Actos civiles, tampoco

Hagan memoria. Apenas 24 horas después de tomar posesión, los tres jinetes del rupturismo y la regeneración se descolgaban de la Ofrenda del Antiguo Reino de Galicia porque era un acto religioso, y en su nuevo credo laico eso era incompatible con el respeto a las más diversas sensibilidades de la ciudadanía que representaban. Obviaban que el credo individual no está por encima de la representación institucional y las tradiciones.

Sobre estas últimas han corrido ríos de tinta desde ese día, especialmente de quienes respaldan al movimiento mareal. Han convertido a la costumbre —fuente de nuestro Derecho, cabe recordar— en ese enemigo a batir, en la rémora de nuestra sociedad. La tradición como el origen de los males, el opuesto al progreso. Sorprendente, cuánto menos, cuando Compostela se asienta sobre la centenaria tradición de la peregrinación a la tumba del Apóstol. No pidan coherencia, que eso no cabe en un tuit.

La segunda prueba del algodón fue este pasado fin de semana con las Medallas Castelao. Y ahí sí estaban los regidores de Ferrol y La Coruña. Me es indiferente que asistieran por convicción u obligación. Estaban por entender que son condecoraciones que entrega el gobierno de Galicia —elegido democráticamente por los gallegos— a personalidades de la vida civil. El cargo tiene esos peajes, esos actos institucionales a los que hay que asistir porque va en el sueldo.

No estaba Martiño Noriega. Y evidentemente, lo habían invitado como alcalde anfitrión. Dado que no había sesgo religioso en la cita —San Domingos es una iglesia propiedad de un particular, no del Arzobispado—, sólo cabe pensar que el alcalde de Santiago cuelga la gorra el domingo y no trabaja. Porque la justificación tuitera de que él no participa de la utilización partidaria de Castelao provoca una carcajada. Casi le faltó añadir que la figura de Castelao y su pensamiento son de manipulación exclusiva de los nacionalistas. Eso sí que lo entendemos.