Crónicas Atlánticas
Las Catedrales y Stonehenge
Sería conveniente que los vehículos se quedasen también a una distancia prudencial de la playa
Se acerca julio y miles de personas tienen entre sus planes de verano visitar la playa de las Catedrales, ese tesoro que ha registrado un auténtico boom, y que compite con Compostela, Finisterre y las Rías Baixas entre los destinos más atractivos. «¿Has estado en Aguas Santas?» es la pregunta de moda entre los viajeros más avispados.
Con sus rocas en forma de contrafuerte gótico, el arenal tiene muchísimo encanto, pero tendría aún más si lográsemos eliminar los vehículos particulares de su entorno.
Por poner solo un ejemplo: sería impensable viajar a Inglaterra para celebrar el solsticio de verano en Stonehenge y aparcar al lado del monumento megalítico. Uno tiene que dejar el coche a varios kilómetros, junto al centro de interpretación, y desde allí acceder caminando entre los prados. El gobierno británico incluso ha levantado la carretera que antiguamente cruzaba la zona para proteger así el paisaje y mejorar un espacio cada vez más visitado.
Los cambios siempre generan críticas, pero sería conveniente que aquí en Galicia los vehículos se quedasen también a una distancia prudencial de la playa de las Catedrales. Se ha hecho ya algo similar en Caaveiro y no ha dado ningún problema, al contrario: el coche se queda en los refugios de pesca de las Fragas del Eume y el viajero toma un autobús, alquila una bicicleta o incluso descubre los encantos del monasterio medieval caminando. Algunos pronosticaban una catástrofe y ha ocurrido todo lo contrario, la experiencia es mucho más gratificante.
Hace varias décadas era habitual ver a motoristas haciendo trompos en las dunas de Corrubedo, en las Islas Atlánticas no había ningún control de acceso y en los castros de Baroña y Santa Tecla nadie decía nada si los visitantes se llevaban piedras de recuerdo de los complejos castrenses. Las cosas han cambiado, afortunadamente, nos hemos concienciado de que como sociedad debemos dejar a nuestros hijos el legado que recibimos en el mejor estado posible. En la playa de las Catedrales tenemos que garantizar que lo que el mar ha tardado tantos siglos en labrar no lo destruyan los turistas en unos cuantos veranos.