ENTREVISTA A FERNANDO ALONSO | FUNDACIÓN CONTRA EL NARCOTRÁFICO
«La mayoría de los procesados en la 'Nécora' fueron absueltos, pero quedaron señalados»
Se cumplen 25 años de la mayor operación contra el narcotráfico en Galicia, un proceso que marcó un punto de inflexión contra los capos de la droga
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Hace 25 años, los vecinos de Vilagarcía de Arousa amanecieron con la detención de 49 personas acusadas de traficar con cocaína en la ría. Todos sabían de los tejemanejes de algunos de los arrestados con el narcotráfico, pero por aquel entonces la ley del silencio imperaba. La cautela para poner en marcha la que en un primer momento se conoció como «operación Mago» fue tal que los centenares de policías que se desplegaron por la costa gallega visitando a los narcos en sus pazos tuvieron que ser trasladados la madrugada anterior desde Madrid. A algunos de los capos se les sorprendió en pijama; a otros, con el coche ya en marcha. Así fue cómo la «Mago» se convirtió en «Nécora», mojada por las olas de las mareas blancas. Veinticinco años después, la radiografía de esta localidad del litoral gallego ha variado, aunque algunas de las lacras que marcaron su historia reciente persisten. El gerente de la Fundación gallega contra el Narcotráfico, Fernando Alonso, analiza con ABC el pasado, el presente y el futuro de una sociedad que supo plantar cara al narcotráfico, trazar límites, imputar responsabilidades y que, aclara, ahora mantiene un índice de delincuencia por debajo de la media
—El 12 de junio de 1990 marcó un antes y un después en la vida de Vilagarcía de Arousa y también en la lucha contra el tráfico de drogas .
—Sin duda. Esa mañana, después de la sorpresa, los vecinos la vivieron con el júbilo de ver cómo iban desfilando los capos de la droga que habían sido detenidos. Hay que pensar que hasta el momento, y por eso es emblemática la operación, estos narcos actuaban con total impunidad. Gozaban de una consideración social que fueron perdiendo poco a poco a medida que se iba viendo el daño que la droga causaba, pero durante mucho tiempo siguieron disfrutando de impunidad porque nadie hacía nada por ponerles freno.
—Hasta que unas cuantas madres «locas» empezaron a elevar la voz...
—Sí. Galicia fue una de las primeras comunidades en sufrir el problema, por eso fuimos de los primeros en darnos cuenta de la gravedad que suponía, y por eso se articularon movimientos sociales de la importancia de las famosas madres contra la droga, de la plataforma contra el narcotráfico y de otros muchos que lo que hicieron fue poner en alerta a la administración, a la policía y a los jueces de lo que se nos venía encima si no le parábamos los pies a estos criminales.
—Comentaba la sorpresa de esa mañana, pero esa gente estaba señalada. Los vecinos sabían a qué se dedicaban. ¿Imperaba la ley del silencio?
—Exacto, y además con un estilo mafioso y siciliano. De ahí la importancia de la operación, porque a partir de ahí (y aunque muchos salieron absueltos del juicio porque es muy difícil condenar a algunos criminales) ya quedaron marcados social y judicialmente. Al final fueron cayeron en distintas operaciones a medida que los jueces se animaban a iniciar más procesos contra los narcotraficantes, cosa que antes no se hacía. Desde entonces ha habido numerosas operaciones, numerosas condenas y no pocos avances en la lucha contra la droga.
—¿El primero?
—Conseguir que se marque la diferencia entre estos criminales y el resto de la sociedad, que no haya esa complacencia y se erradique la imagen del capo benefactor con su pueblo. Ahora está muy definido. Por un lado está la sociedad y por el otro estos criminales. Esta diferencia es la que nos permite conseguir avances importantes. Y es algo que se ha dado sobre todo en Galicia, donde esa actividad y ese rechazo social ha sido importantísimo.
—La «operación Nécora» puso al descubierto a muchos clanes y familias involucrados en el narcotráfico. ¿De ellos queda algo más que su leyenda?
—De todo aquello quedó, sin duda, el relevo. Sus hijos y nietos, tanto en el sentido literal como en el metafórico. Hay nuevas generaciones que han tomado el relevo. Galicia sigue siendo un destino favorito, preferido para las redes de narcotráfico, entre otras cosas porque los traficantes son gallegos y conocen las rías como su propia mano y de ahí su talento para introducir droga de alta mar a tierra. Por eso la importancia de dedicar los mayores esfuerzos, porque el tema no está ni mucho menos resuelto pese a los avances logrados. Sigue entrando droga por la costa gallega.
—Una generación perdida se quedó por el camino pero, ¿qué aprendizaje se llevó la sociedad?
–La sociedad aprendió que los narcos son criminales que deben ser perseguidos como un traficante de órganos o de personas. Antes de eso, vivíamos con el peligro de convertirnos en un México o en una Sicilia a la española. Los capos estaban metidos en muchos estamentos, se compraban equipos de fútbol, formaban parte de cámaras de comercio... era un momento realmente peligroso. La herencia es que ahora la línea está clara.
—Desde la fundación que representa defienden la creación de juzgados especializados para que la lucha se complete.
—El combate al narcotráfico sigue siendo un desafío. Y hay medidas que son imprescindibles, la primera es que se creen juzgados especializados porque la Justicia está saturada y es lenta. No todas las causas son tan peligrosas, pero sin embargo un juez tiene que hacer frente a juicios por lindes, por divorcios, temas menores junto con un macrosumario de 40 tomos. Eso dificulta mucho el trabajo de los juzgados. Por eso parece lógico un principio de especialización, al igual que existe la fiscalía antidroga. Son investigaciones muy largas, que tardan años en desarrollarse y que necesitan de un personal especializado que sepa ejercer el trabajo con eficacia.
—También habría que meter mano al patrimonio de los narcos...
—Claro. Lo segundo que nos parece primordial es seguir profundizando en la vía patrimonial, en que a los narcos se le retiren los bienes que han logrado vendiendo drogas y conseguir que eso repercuta en beneficio de la sociedad. Ahora hay propiedades que llevan años y años esperando una sentencia firme y que están siendo disfrutadas por los narcos, y hablo de la actualidad, no de hace décadas. La economía no es un problema para ellos y ponen recurso tras recurso para demorar al máximo sus entradas en prisión y, entre tanto, viven opíparamente. Con el agravante de que al salir en muchos casos mantienen sus posesiones. Lo que buscamos es que se gestionen y vendan de forma anticipada los bienes muebles que se le incautan al narcotráfico en Galicia.
—La operación marcó un punto de inflexión a nivel social y judicial, pero ¿dónde están los narcos que ese día pillaron en pijama?
—La mayoría acabaron absueltos en ese proceso. Los macroprocesos acaban siempre en microcondenas. Cuando hay muchos encausados, causas gigantescas, es difícil conseguir reunir toda la carga legal y al final salen absueltos la mayoría. En este caso muchos de los narcos salieron, aunque después volvieron a caer en otros operativos. Una cuestión capital es evitar la multirreincidencia que presentan estos traficantes, que entran en la cárcel, cuentan con beneficios penitenciarios que ya son auténticos privilegios, y vuelven una y otra vez a traficar con drogas.
—Hay ejemplos...
—La detención el pasado enero del «Mulo», que había sido el lanchero del capo Sito Miñanco . Luego se convirtió en un codiciado narcotransportista porque vende su capacidad de introducir droga a los clanes sudamericanos. Bueno, pues este hombre ya había sido detenido en la Operación Nécora, y ahí lo tenemos. Esa multirreincidencia es desmoralizante para la sociedad y para los agentes, que ven cómo salen de la cárcel y vuelven a cargar droga en las lanchas.
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