Entrevista a Susana López Abella | Secretaria xeral de Igualdade
«Usar la violencia de género políticamente es un error»
Tras diez años de lucha, el maltrato en la pareja ha dejado de ser un problema doméstico para revelarse como una lacra social. «Erradicarlo depende de todos, no es una cuestión partidaria», asegura la responsable de Igualdade en Galicia
La concreción de un protocolo único que se active en cuanto una mujer maltratada denuncia y la lucha contra las actitudes machistas son dos de los caballos de batalla de López Abella al frente de Igualdade. Su reto, concienciar a la sociedad para «acabar con la desigualdad que está detrás de cada muerte».
—El fallecimiento en un hospital de Orense de Isabel Fuentes marcó la primera muerte por violencia de género en lo que va de año en Galicia y uno de los casos más dolorosos por las circunstancias en que se produjo. ¿Qué falló?
—Todos los casos son dolorosos porque cada uno de ellos constata el fracaso de la sociedad ante una terrible lacra que tenemos que es la violencia de género. ¿Qué ocurrió en el caso de María Luisa Fuentes? Pues es algo que sinceramente nos preguntamos todos. Ahora mismo está bajo secreto de sumario y no puedo hablar más allá de los conocimientos que tenemos en Igualdade. En cuanto tuvimos la noticia de que había sido asesinada, constatamos que no había denuncias. A continuación nos pusimos en contacto con la familia para darles apoyo psicológico y para que nos autorizasen para personarnos como acusación particular. Lo que ocurrió es lamentable y lo que nosotros queremos es que se resuelva cuanto antes y que se sepa dónde hubo fallos, si los hubo.
—El año pasado murieron seis mujeres en Galicia, pese a que los esfuerzos se han redoblado en los últimos tiempos. ¿La administración aún puede hacer más o sólo queda reeducar?
—Efectivamente, se están redoblando esfuerzos. A raíz de una macroencuesta que hizo la delegación del Gobierno sobre violencia de género se conocieron datos como que el 76 por ciento de las mujeres maltratadas consiguen abandonar la violencia machista, cinco puntos más que hace cuatro años. Eso implica que es un problema terrible, pero que cuando se denuncia los poderes públicos podemos actuar. Desde la aprobación de la Ley Integral, la violencia de género ha pasado de la invisibilidad a ser un problema social del que se habla. Es necesario abordarlo desde el ámbito educativo y también desde las propias familias, porque estamos viendo estereotipos machistas y actos de violencia de género ya en adolescentes. Tenemos que tener la responsabilidad de saber que esto no es un problema partidario, sino uno social que todos tenemos que abordar.
—Con uso partidista se refiere a las manifestaciones de algunos grupos políticos en el Parlamento...
—Cuando el PP en Galicia y en el Estado estuvo en la oposición, siempre nos pusimos al lado del Gobierno a la hora de luchar contra la violencia de género. De hecho, en 2007 aprobamos por unanimidad la ley gallega y en 2004 ocurrió lo mismo en el Congreso y en el Senado. Insisto, no es un problema político y detrás de cada cifra hay niños huérfanos y familias marcadas. Que por parte de algún grupo político se utilice a las víctimas de violencia de género para atacar a un gobierno es un error, una gravísima irresponsabilidad a través de la que se le está lanzando a la sociedad un mensaje nada sano.
—Se ha referido a la vuelta de estereotipos machistas en las parejas más jóvenes. ¿Estamos dando pasos atrás?
—Sí, y de hecho se está trabajando para saber qué está pasando. Hay estudios que arrojan datos muy preocupantes, ante los que se inició una campaña de sensibilización importante. Uno de cada tres jóvenes de entre 15 y 29 años considera inevitable controlar a su pareja, supervisar sus horarios, sus compañías, su vestimenta. Son comportamientos aceptados por una de cada tres jóvenes que lo asumen porque entienden que «me cuida, me protege». Esto ocurre por muchas razones, entre otras por los mensajes que les llegan.
—Los mensajes que la publicidad y la televisión envían calan, y mucho...
—Cuando enciendes la televisión y ves programas donde el objetivo es ganar el amor de otras personas estás diciendo que si estás musculado o tienes una imagen determinada no hace falta que hagas nada más. ¿Qué imagen estamos dando cuando se dicen auténticas barbaridades y nadie dice nada? Hay que respetar la libertad de expresión, pero debe haber una autorregulación por parte de los medios. Eso no quita que en casa también tenemos un mando para cambiar de canal. Son cosas que a veces pasan desapercibidas, como los anuncios de perfumes que lanzan imágenes de perfección y que fomentan mensajes de micromachismos. Una cadena de ropa lanzó monos para bebés con mensajes diferenciados. Los rosas ponían «guapa como mamá» y los azules «inteligente como papá».
—Las jóvenes son uno de los perfiles que más preocupan, pero también están las mujeres del rural.
—Sí. Hay 80 centros de información a la mujer repartidos por las cuatro provincias. Pese a todo, no es fácil llegar a las mujeres mayores porque muchas no saben que están sufriendo la violencia de género. En este caso la lucha es muy distinta, lo que demuestra la gran complejidad de esta lacra. Yo creo que hay que hacer mucho más para llegar a estas mujeres que no han denunciado y que están viviendo el horror de la violencia en sus casas. Queremos hacer un protocolo único desde el momento que se denuncia para que no se revictimice a la mujer que ha tomado el paso de denunciar. Lo que más miedo me da es escuchar a una mujer que diga «para qué habré denunciado», porque hay personas que, por presiones, retiran la denuncia. Dar el paso es importante, pero también lo es que luego no se encuentren con una burocracia donde le piden un papel aquí y otro allá.
—¿Los medios de comunicación contribuimos al efecto llamada?
—Quien va a matar, lo va a hacer en uno u otro momento porque quien se plantea matar es que ya ha maltratado. Los medios deben implicarse en esta lucha, denunciar los casos y no invisibilizar la situación.
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