Día Mundial de los Pacientes Trasplantados

«Yo tengo dos madres, la mía y la mujer que me donó el hígado»

Unas 350 personas esperan un órgano en Galicia. De ellas, casi dos terceras partes aguardan por un trasplante renal.

«Yo tengo dos madres, la mía y la mujer que me donó el hígado» efe

e. p. rodríguez

Juan Canalejo de La Coruña, enero de 1981 , los doctores González Martín y García Buitrón realizan el primer trasplante de órganos en Galicia , era de riñón. Desde entonces en la Comunidad gallega ya se realizaron más de 6.700 , incluyendo hepáticos, cardíacos, pulmonares y pancreáticos. Muchas cosas han cambiado en estas tres décadas, a los avances médicos se suma la concienciación de la sociedad por la donación, así lo aseguran los expertos, aunque las cifras siempre son mejorables. Una apreciación con la que coinciden varios de los testimonios recabados por ABC con motivo del Día Mundial de los Pacientes Trasplantados que se celebra este 6 de junio.

Abelardo Sánchez Sanjurjo es, además del presidente de la Asociación gallega de trasplantes Airiños, con sede en La Coruña, un receptor de hígado, y como tal un firme defensor de la donación. Las cifras, que a 1 de mayo apuntaban a un incremento del 2%, son insuficientes a sus ojos, pero lo justifica por la forma en la que sociedad gallega entiende la muerte. «Hay que hacer una labor de hormigas para mentalizar de la importancia de mejorar estos ratios» , señala en su conversación con este diario, para recordar que «un solo donante puede llegar a salvar hasta 7 vidas».

La diferencia la marca entre una población muy envejecida arrastrada por la negativa a la muerte y los jóvenes. «La gente joven se muestra muy receptiva, pero hay que ir a por ellos , es una labor de pedagogía», señala en referencia a las campañas que desde su institución programan en las universidades.

«Yo siempre digo que tengo dos madres, la mía y la mujer que me donó el hígado». Y es que la suya es una de esas historias que emocionan con solo oírlas de la voz de su protagonista. «Llegó un momento que me estaba viendo morir», reconoce, aunque pronto matiza que es de los que ve siempre la botella medio llena. Cuando le hablaron de la posibilidad de trasplantarle se agarró a ella como a un clavo ardiendo.

Una nueva oportunidad

A sus 61 años tiene que echar la vista atrás para recordar que cuando tenía 42 , en una donación de sangre, fruto de la casualidad le descubrieron que tenía hepatitis B de nacimiento. Inactiva hasta entonces, siete años más tarde sufría un fuerte brote hepático que de forma fulminante le destruía el hígado. Tuvo suerte, su caso se trató de urgencia y el órgano llegó a tiempo para salvarle la vida. «Desde hace trece años doy gracias todos los días por esta nueva vida , aunque siempre te queda la pena de que tenga que fallecer alguien para que tú puedas seguir viviendo», apunta aún con emoción.

Distinto es el relato de Celso García Estévez , presidente de Adrovi (Asociación de Donantes y Receptores de Órganos de Vigo). Su trasplante de hígado, hace ya la friolera de 18 años, tuvo origen en los excesos con el alcohol que le generaron una cirrosis . Hoy, a sus 62, ha tomado buena nota de la lección, aunque para ello tuviera que pasar doce horas en el quirófano y una parada renal derivada de un virus. Pasado el calvario, hoy celebra «18 años de vida plena» , dedicada nada más y nada menos que a prestar apoyo desde la asociación a los trasplantados y concienciar sobre la importancia de la donación. «No hace falta ser un héroe para salvar una vida . Dicen que no existen los milagros y claro que existen, no hay gesto más solidario que donar un órgano», señala en su conversación con ABC.

Y es que el sentimiento de agradecimiento es común en todos y cada uno de los trasplantados. Es el caso también de Carlos Caamaño , vicepresidente de Alcer Orense (Asociación para a Lucha Contra las Enfermedades Renales). Tuvo un fallo renal con 25 años a consecuencia de las fiebres reumáticas que padeció cuando era pequeño y que afectaron al crecimiento de sus riñones. Su situación era tan grave que ante la imposibilidad de localizarlo le llegó a buscar la Guardia Civil. No tuvo tiempo de reacción, «la familia era aprensiva y no me quisieron informar de lo que tenía. Estuve 20 días ingresado sin saber lo que estaba pasando». Por su experiencia es de los que defienden que «cuanta más información, mejor. Se sufre pero tienes opción a elegir, a decidir sobre los distintos sistemas de diálisis que hay».

Con 52 años lleva dos trasplantes , el primero le duró dos años y el segundo siete, ahora vuelve a hacer diálisis y «aquí estamos luchando». «Te cambia la vida, de estar enchufado a una máquina consigues liberarte» , dice en un llamamiento a la solidaridad de los posibles donantes. La negativa es para él «egoísta» . A día de hoy, unas 350 personas esperan un órgano en Galicia. De ellas, casi dos terceras partes aguardan por un trasplante renal.

Antonio González Rodríguez es uno de los nombres que figuran en esa lista de espera. Con un 95 por ciento de anticuerpos su situación es de las más complicadas. Pese a salir ya con rechazo del Juan Canalejo, el riñón que le trasplantaron le duró 18 años, tiene ahora 56. «La vuelta a la diálisis no es fácil, depender de una máquina te mina la moral» , afirma, pero con todo se muestra esperanzado y al igual que sus compañeros de sala apuesta por «seguir luchando».

Desde enero, la cifra de trasplantes subió un 25 por ciento respecto a 2014 , mientras que los donantes aumentaron un 2 por ciento, según los datos que maneja Sanidade.

«Yo tengo dos madres, la mía y la mujer que me donó el hígado»

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