cuaderno de viaje
De las musas al teatro
Sus discursos son retóricos y abiertos, pero en el despacho tendrán que ocuparse de asuntos prosaicos
Una segunda vuelta con un sistema electoral mayoritario nos ahorraría buena parte del espectáculo al que vamos asistir en los próximos años en muchos municipios: mucho ruido y pocas nueces. Casos paradigmáticos serán los de Santiago, La Coruña y Ferrol, que se convertirán en laboratorio para la reconfiguración de la izquierda en Galicia. Estas tres ciudades mostrarán cómo pueden convivir en las instituciones la vieja y la nueva izquierda, que se necesitan y detestan a un tiempo. PSOE y BNG, los clásicos, perdieron sólo en la provincia de La Coruña más de 50.000 votos a favor de unas mareas a las que se ven obligados a apoyar. Un maridaje que no parece sencillo de por sí, pero que se va a complicar aún más en las próximas semanas, una vez pasada la euforia compartida por desalojar al PP de los despachos, cuando empiecen a diseñar su cartel para las generales de otoño, con Beiras y Díaz llamando ya a un frente popular, Podemos pensando si renuncia a sus siglas para subirse a la ola y el BNG resistiéndose a dejar atrás viejos vetos. Mucho ruido añadido al que supondrá negociar la administración de tres de las principales ciudades de Galicia. Más aún cuando un Gómez Besteiro que pretenda presentarse como alterativa en poco más de un año empiece a buscarse también su propio espacio en el tablero, ya que hoy por hoy la marca PSOE ha quedado marginada a una posición casi residual en las tres principales ciudades de La Coruña y nadie le garantiza que el tsunami no acabe llegando a otras plazas.
Más allá de la inestabilidad que surgirá en todo este proceso, será también interesante ver cómo concretan las mareas en la gestión municipal ese etéreo concepto de «nueva política» que prometen. Los futuros alcaldes Noriega, Ferreiro y Suárez han articulado en campaña discursos retóricos, muy abiertos, pero cuando lleguen al despacho tendrán que ocuparse de asuntos prosaicos. No será suficiente con anunciar el asalto al cielo, tendrán que traducir a números las palabras. Claro que cuando la ecuación no salga, quizás sucumban a la tentación de seguir la predisposición de Ada Colau a desobedecer las leyes que considere injustas. Puestos a ser rupturistas y siguiendo el dislate, no estaría de más que nos permitiesen eludir el pago de tributos a los ciudadanos que consideramos asfixiante la presión fiscal que soportamos en este país, aunque me temo que su concepto de objeción de conciencia va en otra dirección.