Entrevista a Jacinto Sánchez Ibáñez | Director de la OCT del Servicio Galego de Saúde
«El mayor peligro para un posible receptor es no ser trasplantado»
«Galicia juega en la Champions League, su tasa de donación es superior a la de cualquier país del mundo», asegura Jacinto Sánchez
Jacinto Sánchez, director de la Oficina de Coordinación de Trasplantes del Servicio Galego de Saúde, no duda en afirmar que cada vez está más extendida la cultura de la donación y como muestra de ello apunta al liderazgo de España con más del doble de donantes por millón de población que los países de su entorno. Con todo, llama a la concienciación, por una sencilla razón: «Cualquier día uno de nosotros puede estar al otro lado de la red y necesitar de la solidaridad de un donante». Coincidiendo con la celebración del Día Mundial de los Pacientes Trasplantados atiende a ABC.
—Conocíamos hace un par de días que España va camino de batir su propia marca, pero dentro del territorio nacional ¿es Galicia una Comunidad receptiva a la donación?
—Sí, por supuesto Galicia juega en la Champions League, su tasa de donación es superior a la de cualquier país del mundo, con 35 donantes por millón aproximadamente. Esto pese al perfil poblacional que tenemos, con el mayor índice de envejecimiento de toda España. Mantener, con estas características, la tasa de donantes que tenemos es per se un éxito absoluto. Estamos hablando de donantes que en más de un 16 por ciento son mayores de 80 años, y los hemos llegado a tener de más de 90.
—Aprobamos en índice de trasplantes pero parece que un 2 por ciento de incremento, con datos de 2015, el número de donantes es insuficiente, sobre todo comparado con otras autonomías, ¿por qué?
—Solo entre el 1 y el 2 por ciento de las personas que fallecen en un hospital son susceptibles de donar. No hay que olvidar que el objetivo es salvar la vida a un paciente con lo que no se puede asumir ningún riesgo. El personal sanitario mantiene una lucha constante por hacer saber de la importancia de la donación. Con todo, pese a ser importante el número de donantes, lo es más el número de personas a la que nosotros logramos salvarles la vida o mejorar su calidad. El que una persona consiga trasplantarse, olvidarse de la diálisis, no solo le beneficia a ella como individuo, sino a todo su entorno. En Galicia desde que se realizó el primer trasplante, hace 30 años, llevamos más de 6.700 trasplantados, y si esto lo multiplicamos estamos hablando de 6.700 familias.
—Pero el porcentaje de negativas familiares sigue siendo muy alto.
—Hablar de tasas bajas o altas siempre depende de con quién te compares. Galicia tiene actualmente una tasa de negativas familiares que ronda del 25 por ciento. ¿Esto es mucho o es poco?, pues si miramos a Inglaterra con un 42 por ciento o Alemania con un 40, es poco, pero es cierto que la media en España se sitúa en el 15. Hace una década la tasa de negativas en la Comunidad era de un 33-35 por ciento. La lectura que debemos hacer es que un 75 por ciento dicen que sí. Trabajamos para que el porcentaje de negativas sea cada vez menor, desde el ámbito sanitario y educativo.
—¿Es un problema de concienciación?
—Hay que tener en cuenta como la sociedad gallega encaramos, enfocamos y contextualizamos la muerte, de forma muy distinta al resto de comunidades. Es un rechazo a la muerte, la negación de que se nos vaya un familiar. Pero poco a poco lo estamos superando. En los últimos nueve años, 38.000 chavales de entre los 14 y 18 años han recibido una charla en su centro sobre la donación y trasplante, con el objetivo de que las generaciones del futuro tengan una actitud positiva y se mejoren las estadísticas.
—¿Cuáles son los principales miedos a los que se enfrenta un receptor?
—El mayor peligro que tiene un receptor es no ser trasplantado. Se ha logrado mejorar muchísimo la calidad de vida de los pacientes y los resultados del trasplante. Ahora, hay riesgos propios de la cirugía en estos casos, pero no mayor que otras intervenciones que se realizan.
—La donación de vivo en trasplante renal ha supuesto un gran avance.
—Esto tiene una explicación histórica, los primeros trasplantes de órganos de riñón siempre si hicieron con donante vivo, pero no hay que olvidar que esto supone convertir un poquito en enferma a una persona que está sana. El desarrollo del concepto de muerte encefálica nos permitió reobtener órganos de estos pacientes. En el caso concreto del riñón es uno de los órganos en los que se debe equiparar la edad del donante con la del receptor. Si nosotros le ponemos a un chaval de 14 años un riñón de uno de 40 va a funcionar, pero lo hará unos años, y a los 30 puede que necesite un segundo trasplante. De ahí que la lista de espera entre los jóvenes sea tan alta. Afortunadamente cada vez muere menos gente joven y es por ello que se puso en marcha la donación de vivo y suplir así la carencia de donantes cadáver de esta edad.
—¿Llegará el día en que se pueda reconstruir un órgano enfermo con células madre?
—Seguramente lleguemos a un nivel de complejidad capaz de hacer algo con estas células madre, lo que no tenemos es la bola mágica que nos indique si será posible la reconstrucción. Esto no significa que tengamos que abandonar, hay que seguir investigando, saber los mecanismos que rigen el desarrollo de los órganos que todavía estamos aprendiendo.
—¿Qué retos hay pendientes?
—Evidentemente que el número de personas que necesiten un órgano sea menor, gracias a los avances y la medicina preventiva. Seguir investigando hacia los tratamientos inmunosupresores y seguir trabajando en la medicina regenerativa
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