Crónicas atlánticas

El secreto del Camino

El re­en­cuen­tro con la esen­cia del ser hu­mano es la cla­ve pa­ra en­ten­der el éxi­to ja­co­beo

alberto varela

En este mundo loco en el que nos ha tocado vivir, de ir de un lado para el otro, de poca reflexión, de agobios por asuntos triviales y de preocupación excesiva por lo material es un auténtico milagro que cientos de miles de personas dediquen cada año sus días de descanso a desconectar y a encontrarse a sí mismos en el Camino de Santiago.

Fueron 176.000 los peregrinos en 2014, y este 2015 vamos camino de superarlos: en el primer cuatrimestre —y a falta de la temperada alta— hemos superado ya los 25.000.

Con sus mochilas enormes a cuestas y su caminar pausado nos los cruzamos todos los días en Arzúa, Tui, Betanzos o cualquiera de los pueblos por los que pasa el Camino. Ellos también se enfadan en los atascos de tráfico cuando vuelven a casa y ponen la televisión por las noches para no pensar en las preocupaciones que les quitan el sueño, pero mientras son peregrinos se apean de ese sinsentido y pueden reflexionar.

Ese reencuentro con la esencia del ser humano es la clave para entender el éxito jacobeo. Sin quitar mérito a las campañas de promoción, es el boca a boca el que ha traído el boom de las peregrinaciones. No hacen falta modelos sonrientes en folletos de agencia de viaje para animar a franceses, coreanos o norteamericanos a venir a encontrarse con el Apóstol, sí es fundamental el testimonio de los que ya lo han hecho: todos ellos cuentan que la experiencia los ha marcado, que han compartido amistad con personas con las que en su vida cotidiana jamás habrían coincidido y que se han sido felices caminando entre la naturaleza.

Incluso para los que se lo plantean como si hiciesen senderismo, por puro deporte, la ruta a Compostela se convierte en una experiencia que no los deja indiferentes. En la sociedad irreflexiva en la que vivimos el poder evangelizador del Camino es enorme, nada mejor que poner al hombre rumbo a Santiago para que se reencuentre con la pregunta clave del sentimiento religioso que todos nos hemos hecho: ¿quién ha creado este mundo tan maravilloso?

El secreto del Camino

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