PAZGUATO Y FINO

Caamaño

¿Nadie se preguntó si gustaba a la ciudadanía?

JOSÉ LUIS JIMÉNEZ

No comparto el grueso del pensamiento político de Francisco Caamaño. No compro sus aproximaciones al discurso más nacionalista en el ámbito del diseño territorial, que conducirían a una España de dos velocidades: los privilegiados por la Historia y el resto de regiones, pobres sin remedio que no merecen autonomía. Pero es extraño que el PSOE prescinda de Caamaño, porque quizás esta línea de pensamiento es la que mejor le encajaría al socialismo gallego, necesitado siempre de la muleta nacionalista para conformar mayorías de gobierno.

La marcha de Caamaño deja reflexiones de todo tipo. La más llamativa es cómo un catedrático de Derecho Constitucional no tiene cabida en este PSdeG, y cómo ciertos sectores del partido se regocijan con su adiós. Como si fuera una especie de triunfo el haber expulsado a un hombre de su talla intelectual. Les ha faltado entonar el «muera la inteligencia» en este festejo fúnebre. Mal partido en el que no cabe un intelectual.

Esos críticos —urbanos, en su inmensa mayoría— nadan en reproches hacia el Caamaño orgánico, probablemente con razón. Nunca ocultó su profunda ignorancia sobre el aparataje del PSdeG. No todos pueden ser José Blanco y haber crecido de cargo en cargo. Caamaño primero se formó, consiguió su plaza de profesor universitario y, posteriormente, dio el salto a la política nacional. En los partidos tiene mucho valor la trayectoria inversa.

Es normal que no pudiera exhibir una hoja de servicios al partido, que destacara su torpeza para sortear las puñaladas de quienes lo veían como aspirante a cualquier cosa, casualmente sin que jamás se hubiera postulado a ninguna.

A Caamaño lo ajustician internamente porque, así se nos hizo creer, no gustaba a la militancia del partido en la provincia de La Coruña, representada en los caudillos locales. Nadie se preguntó si le gustaba a la ciudadanía, al electorado socialista, el que da y quita razones con su voto. Se hurtó esa opción. Debe de ser que interesaba un único candidato al que aclamar para optar a la Xunta.

Ese desdén a la base que no milita ni aplaude es el que explica el previsible batacazo urbano del PSOE coruñés, con tres candidatos muy mejorables que, más que programa, exhiben condiciones para pactar contra el PP en caso de que le falte un concejal para la mayoría absoluta. Pero no se dejen engañar. Si en Ferrol, Santiago o La Coruña el PP revalida sus gobiernos y el PSOE queda como tercera fuerza, la culpa seguirá siendo de Caamaño.

Caamaño

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