Tectónica compila el universo estético y telúrico de Vilariño

El fotógrafo, Premio Nacional, muestra en el CGAC de la capital gallega su proyecto más ambicioso y personal

Tectónica compila el universo estético y telúrico de Vilariño abc

marcos sueiro

El artista multidisciplinar Manuel Vilariño se ha instalado con «Tectónica» en el Centro Galego de Arte Contemporánea. Desde el primer momento o desde las «afueras» puede comprobarse como la pretensión no es disimulada. En la puerta principal de la casa del arte contemporáneo en Compostela, diseñada por Álvaro Siza, está colocada la «jaula existencial» o «celda». Puede suceder que sólo tras recorrer la exposición del interior sea posible liberarse de los barrotes con la ayuda de la música, la imagen y la poesía.

La exposición del Premio Nacional de Fotografía 2007 se concibió a partir de cuatro grandes vetas: música, poesía, ciencia e imagen. El comisario de la muestra, Alberto Ruiz lo explica aludiendo al propio término tectónico: «Se trata de indagar y evidenciar cuáles son las líneas que sostienen su reflexión estética». En este sentido llaman poderosamente la atención algunos de los elementos escogidos por el artista para la exposición como los cilindros de cobre con inscripciones de versos que instaló en la entrada del CGAC. Su función es ser la imagen visible y simbólica de los pilares cósmicos... Y es que todo en la obra de Vilariño tiene un fondo «impulsivo, salvaje, inmemorial», apunta Alberto Ruiz.

Las fotografías de gran tamaño de lugares paradisíacos, captados en la noche más oscura, dan muestra de esa búsqueda inquietante del origen en su obra. El mismo proceso personal y artístico se observa en la sucesión de imágenes de la exposición que agrupan distintas especies de pájaros o incluso crines de caballos. La obra plástica del fotógrafo capta el «temblor fascinante» de una existencia que circula y desaparece.

Viaje nostálgico

La fuerza de la exposición «Tectónica» constituida por más de 40 piezas entre fotografías, vídeos, instalaciones y esculturas, que abarcan desde los años 70 hasta la actualidad, radica en el itinerario personal planteado por el autor ya que es una prospección inédita en su mundo creativo y poético. Se trata de la confluencia de distintas técnicas que forjan una vida. Y específicamente una vida concentrada en asomarse y, aún más, en dar presencia a la noche, a la oscuridad vital. En este sentido el comisario Alberto Ruiz apunta que el extrañamiento del autor se produce porque «la noche le produce éxtasis y espanto». La explicación inmediata de Vilariño también indica el carácter de una de sus apuestas artísticas más personales: «Esta exposición está concebida como un acto de melancolía, principalmente un retorno nostálgico a la telúrica de mi vida».

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