pazguato y fino

Feijóo y el ruido

Últimamente la han tomado con Feijóo, empeñados en que su salto a la calle Génova con carácter permanente está a la vuelta de la esquina

josé luis JIMÉNEZ

La Corte y Villa hierve en rumores. Es un clásico al nivel del cocido o la Cibeles y sus leones. Normalmente nunca se acuerdan de Galicia. Si me apuran, no se preocupan de lo que pasa más allá de Alpedrete. Se conspira contra los partidos, las grandes empresas e incluso los medios de comunicación. Una ocupación como otra cualquiera, entiéndase.

Últimamente la han tomado con Feijóo, empeñados en que su salto a la calle Génova con carácter permanente está a la vuelta de la esquina, cual bombero elegido por Rajoy para sofocar el incendio que parece acechar a la cúpula del PP tras el batacazo andaluz (anunciado por todas las encuestas, sin excepción). La novedad es que el rumor lo han convertido en hecho contrastado, conjugando el presente y no el condicional.

Las razones son varias, pero se resumen en una: el presidente gallego es el único que ganó unas elecciones en mitad de la crisis, que no va a darse un previsible tortazo en las próximas autonómicas (Galicia vota en 2016) y que permanece ajeno al ruido de sables, si bien nadie duda de su inquebrantable lealtad hacia Rajoy. Eso, y que no dice extravagancias, que sabe sostener un discurso sensato y bien armado, y que gestiona con rigor. Esto en el PP de hoy es una excepción, parece ser, y de ahí que haya ese empeño en lanzarlo a la política nacional.

La campaña alimentada desde Madrid ha encontrado un eco insospechado en la oposición (política y mediática) por un motivo simple: Feijóo es el peor candidato contra el que enfrentarse, y sin él, el PPdeG tiene que apostar por una cara nueva sin garantías. Lo dijo Barreiro el fin de semana: «Me gustaría que siga siendo el presidente a partir de 2016». El partido lo cree así, de manera mayoritaria. Pero no es menos cierto que ese debate todavía no se ha abierto en la dirección del PP gallego. El calendario le es favorable a Feijóo. Que pasen las municipales y las generales, y ya se contemplará el escenario resultante. Será entonces, y en ningún caso ahora, cuando se conozca su determinación. Y si me apuran, no contaría con que se supiera este año. Anticiparse generaría tensiones entre los barones que acabarían por hacer zozobrar la nave. Y en esos casos nunca gana nadie.

Mientras tanto, PSOE y BNG buscan flancos por los que intentar atacar no ya la gestión de Feijóo, sino su imagen pública. Por eso azuzan fotos en sepia, preguntas sobre quién pernocta en Monte Pío o la idea de que es un presidente ausente más preocupado por medrar en Madrid que por gestionar Galicia. De ningún otro presidente se pudo decir eso. Fraga vino a retirarse y Touriño no aspiraba a más. Quieren convertir en deslealtad el hipotético sueño de participar en la política nacional. Besteiro no le afea eso a Susana Díaz, por cierto. Un político de amplias miras, de verdadera raza, querría tener enfrente al mejor para aquilatar su victoria. La oposición en Galicia suspira por que Feijóo emigre y reeditar un chalaneo entre perdedores (tres, cuatro, cinco...) con el que repartirse el poder. Triste filosofía. Y mientras persiste el ruido, Feijóo sigue a lo suyo.

Feijóo y el ruido

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