El garabato del torreón

Nueva ruta turística

A las consabidas citas con la catedral y la muralla podría añadirse ahora la ruta de las letrinas

juan soto

Desde los tiempos de Odoario los lucenses sobrellevamos resignadamente tópicos tales como el de la ancestral adhesión a los paraguas de catorce varillas y al pulpo con cachelos. Tal vez eso fue cierto algún día, pero el rasgo identitario de los naturales y vecinos de la ciudad de Lugo no es ahora de naturaleza antropológica sino jurídica. Lo que hoy nos distingue del resto de los peninsulares es un amor irrefrenable por la delincuencia común, preferentemente la de perfil económico en cualquiera de sus variantes y coroloarios: soborno, cohecho, fraude fiscal, falsedad documental, alzamiento de bienes, blanqueo, malversación, tráfico de influencias, prevaricación y otras fechorías de la misma cepa.

Superados los exaltados episodios de Paulino y O Garabelo, en Lugo apenas queda tropa dispuesta a salpicarse de sangre. Ahora, el oficio ha ganado en asepsia. Los delincuentes lucenses ya no revientan cabezas disparando con una escopeta de caza ni rajan bandullos con un cuchillo jamonero. Cuando alguien desempeña un cargo público o está al frente de una empresa, puede permitirse el lujo de renunciar a la enojosa tarea de despachar al prójimo para el otro mundo. Con robar carteras, defraudar al fisco, sacar a subasta unos cuantos enchufes, traficar con farlopa y apalancar un razonable paquete de subvenciones es suficiente. Hay quien ve en estas vilezas una suerte de baldón colectivo que enloda a todos los lucenses, pero algunos creemos que en realidad ese encanallamiento social constituye una oportunidad magnífica para aumentar la raquítica oferta turística de una ciudad como la nuestra, tan desnutrida de verdaderos atractivos.

En efecto, a la consabidas citas con la catedral y la muralla podría añadirse ahora la ruta de las letrinas, una visita guiada que partiese de la casa consistorial y continuase por los galpones de Nupel, los garajes de Monbús, las covachuelas de la Diputación, el despacho de Vendex, el chalé de Liñares, los burdeles de la Carioca, las torres de O Garañón... Ahí, en esas «áreas convivenciales» (hermoso eufemismo de la moderna sociología), palpita bulliciosamente la autenticidad del Lugo moderno.

Nueva ruta turística

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación