El punto de inflexión

Pues ya estamos ahí, en ese instante en el que nuestra percepción cambia y se nos enciende el piloto de alerta. La petición de archivo de la pieza de Paula Prado no es un revés cualquiera a Pilar de Lara. Es el punto de inflexión en el que pasamos de sospechar de los señalados por su dedo a dudar de su criterio para acusar, de su eficiencia, de su capacidad para ejercer la magistratura con objetividad.

No es un patinazo más. Si Prado, Rey Varela, Barreiro o el presidente cántabro han salido indemnes de la red que De Lara y Aduanas han tejido a golpe de escuchas telefónicas, ¿por qué no podemos preguntarnos si los casos contra Orozco o Julio Flores son igualmente dos montañas de nada convenientemente infladas mediante filtraciones sesgadas? ¿Qué le devuelve ahora la credibilidad en la instrucción a una juez desacreditada por la opinión jurídica que de su propio trabajo tienen el Supremo o el Superior?

Pero no lo duden. Hoy o mañana tendremos conocimiento de una nueva queja, de una nueva operación fastuosa contra esa corrupción que nos asuela, de una nueva filtración que la haga quedar como una víctima del sistema y no como lo que es, una juez cuestionada. E indignada. Siempre le quedará Duncan Dhu.