Una expulsión forzada

Igual que el futbolista que provoca la amarilla para borrarse de un partido, la maniobra de la diputada del BNG, Carme Adán, para calentar el debate de este miércoles en O Hórreo quedó sobreactuada y poco natural. Adán rompió deliberadamente un acuerdo entre los grupos al pedir la palabra tras una interpelación de Yolanda Díaz y, tras explicarle Pilar Rojo las condiciones en las que debía darse su intervención –tres minutos desde su escaño–, entró en cólera junto al resto de su grupo. La diputada, que entendía que le correspondían diez minutos desde la tribuna, convirtió la aplicación del reglamento por parte de la presidenta de la Cámara en un «ataque a sus derechos», por lo que se declaró en rebeldía y se encaminó hacia el lugar donde pretendía dar el discurso en un primer momento. Tras dos llamadas al orden, Rojo avisó en numerosas ocasiones hasta llegar al ruego a la nacionalista de que volviese a su asiento si quería hacer uso de la palabra que le había concedido. Ante la negativa de Adán, la tercera llamada provocó su expulsión del hemiciclo y la espantada general del resto de parlamentarios del Bloque, que se ausentaron de un pleno que siguó sin ellos.

La performance de la diputada atendió a una protesta por el nuevo reparto de iniciativas propuesto hace semanas, en el que la formación se vio perjudicada por la irrupción del Grupo Mixto. La exageración llegó hasta última hora de la tarde, cuando anunciaban que llevarían ante el Tribunal Constitucional acciones legales inmediatas contra Rojo para «evitar que se consolide esta situación de ausencia de democracia».