Conversaciones con ExAlcaldes

Xerardo Estévez: «Los ciudadanos hemos cosido lo que, a lo mejor, los políticos han distanciado»

El arquitecto de la primavera política y cultural de la capital de Galicia cree que las ciudades deben empezar a construir «un relato compartido»

Xerardo Estévez: «Los ciudadanos hemos cosido lo que, a lo mejor, los políticos han distanciado» Miguel Muñiz

Marcos Sueiro

Xerardo Estévez fue alcalde socialista de Santiago en dos periodos distintos (1983-1986 y 1987-1998). Durante su mandato la ciudad vivió un despegue político, social y económico. Tiene el carisma de los líderes que dejan huella y a los que la gran mayoría de los ciudadanos reconocen méritos, incluso desde la discrepancia ideológica.

—¿Se ha conseguido que Santiago, como capital de Galicia, sea un proyecto de todos los gallegos?

—Santiago tiene tres factores fundamentales. Galicia estuvo comunicada por el mundo por Santiago y su Camino y a través de la costa. Tenemos una periferia de la tierra comunicada con el mundo a través del Camino y eso desde hace mil años es impresionante. Además Santiago está en el centro, y el centro pesa mucho en política, y el tercer factor es que Santiago fue elegida capital de la Comunidad.

—Santiago ha acumulado valores añadidos a lo largo del tiempo, pero ¿cómo debe responder la ciudad?

—El alcalde tiene que tener tres miradas. La primera reflexión es que Santiago no tiene que estar sólo recibiendo peregrinos, tiene la pica en Flandes, colocada en el conjunto de ciudades europeas, y ahora americanas, y ahora asiáticas. Primero, la mirada es no sólo para recibir, sino para mirar al mundo entero, es una ciudad global. La segunda mirada es gallega. Fue nombrada capital de Galicia y tiene que tener una mirada de Santiago hacia el conjunto de ciudades y Santiago tiene que cooperar para articular Galicia.

—Al disminuir el gasto público y, en consecuencia, tener menos capacidad de gasto, ¿cómo pueden seguir equipándose las ciudades?

—Habría que preguntarse si es necesario mantener la cantidad de inversión pública como cuando empezaron las autonomías, o si necesitamos otro tipo de economía que es la del mantenimiento, la de la reparación, la de atender el estado del bienestar. Por ejemplo, los empresarios gallegos tienen una universidad muy potente en ciertos aspectos de la investigación, qué necesidades tienen... habrá que poner en relación lo que tenemos, conectar. Deberíamos entrar en una nueva forma de entender la economía.

—¿Cómo ve usted la fusión de municipios limítrofes?

—Las áreas metropolitanos están conformando un sólo espacio territorial. El proceso de colaboración, y en su caso de fusión, es una gran inversión. Por ejemplo, qué le cuentan Teo y Ames a Santiago, qué les cuenta si nos une una calle que recorremos todos los días. No digo unificación, hay que empezar a construir el relato, a hablar del tema. Como también ampliar los bordes del perímetro histórico.

—La izquierda, al menos teóricamente, va asociada al optimismo. ¿Es usted optimista militante?

—Yo militante no lo soy de nada, porque la militancia implica obediencia y yo las ideas las someto al pensamiento. Se trata de un juego dicotómico entre lo que uno desea y lo que uno es. Decía Elliot: «Abril es el mes más cruel entre los meses» en el que se baten memoria y deseo. Somos memoria y deseo. Y el deseo es el optimismo, y la memoria es lo que fuiste. Claro, la memoria no puede ser una losa, porque yo no soy sólo lo que fui, quiero ser algo distinto y es ese el deseo, dejar de ser lo que soy para ser otra cosa, por lo tanto, el optimismo cabe siempre en una persona que se mueve incómodamente entre lo que fue y lo que quiere ser.

—El futuro de Santiago, ¿de quién depende? ¿Será ilusionante?

—Del relato del que hablábamos antes, del Camino, de la Universidad. Yo cada vez que veo una disputa local entre alcaldes estamos fuera y los alcaldes tienen que sentarse. Hay que sentarse para hablar de la cooperación. Los ciudadanos hemos cosido lo que, a lo mejor, los políticos han distanciado y si esa realidad existe por qué hemos de separarla. Cuando los veo sentados para hablar de cooperación, aunque al salir vuelvan a competir, eso es Galicia y en esa línea de zurcir y de cooperar es donde tenemos que estar todos juntos.

—¿Se reconoce en su obra?

—Mi obra no era mi obra, tuve un equipo espectacular. Fue una obra compartida políticamente con el presidente del Gobierno, Felipe González, Javier Solana, Pepe Borrell, Manuel Fraga, Darío Villanueva, con una mención especial, y por encima de todo, al Rey Don Juan Carlos. Hablando del Rey, le dije: «Señor, a ver si montamos algo parecido al Real Patronato, la política es para hacer cosas en conjunto». Siempre he tenido el apoyo de Don Juan Carlos y esta coralidad es importante y junto al planeamiento urbanístico es mi único mérito.

Xerardo Estévez: «Los ciudadanos hemos cosido lo que, a lo mejor, los políticos han distanciado»

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