Recreación onírica de la madre tierra

La escultora Flor Fernández realiza un viaje de vuelta a las raíces a través de la exposición «Los cerebros del arco iris»

Recreación onírica de la madre tierra abc

Marcos sueiro

Los viajes de ida y vuelta son una opción necesaria, explica Flor Fernández. La escultora salió hace muchos años de su Verín natal, pero siempre tuvo claro que volvería. Ese regreso buscado al lugar en el que nació merecía un homenaje y la forma de hacerlo fue a través del barro, ya que según explica, «es el lenguaje con el que mejor me comunico». La artista, curtida en numerosas exposiciones individuales y colectivas, regresó también a Orense para invadir el Centro Cultural «Marcos Valcárcel» y ordenar lo que ha sido una construcción mental recurrente.

Flor Fernández, la escultora, decidió recrear en un conjunto de instalaciones su particular mundo feliz «en forma de homenaje a la madre tierra, porque en cualquier lugar hay vida». A través de 32 piezas de porcelana, hierro refractario y madera construyó una historia previamente imaginada y que protagonizan cinco seres esféricos llamados «cerebros del arco iris». Los seres imaginarios son vírgenes por decisión de su mentora y ha querido mostrarles el mundo en su versión más idílica. Para Flor «la militancia en el optimismo es algo absolutamente incondicional» y esta apuesta le lleva a ver siempre algo positivo «en las sombras o en las ruinas».

La exposición del «Marcos Valcárcel» se plantea como un itinerario de descubrimientos. Comienza con una instalación titulada «Siempre la vida» en la que se recrean «los pequeños pulsos vitales que siempre brotan en las ruinas», le sigue con la pieza llamada «Heroínas». La autora se muestra especialmente locuaz cuando se ve obligada a concretar para ABC el porqué. Flor explica: «En un cesto de cerámica he colocado doce huevos pintados, cada uno lleva el nombre de una mujer...». Es tan heterodoxa que es capaz de mezclar a la exprimera ministra de la India, Indhira Gandhi, con la madre Teresa o la escritora Emilia Pardo-Bazán. La tentación inmediata es buscar la clave femenina, pero no quiere y lo dice: «No creo que sea una exposición en femenino, también hay elementos masculinos, son mujeres que me gustan » . La intensidad de su relato adquiere fuerza cuando trata de estirar el lenguaje metafórico para que la lectura no sea aparente: «He tejido una tela con dos ramas de árboles, pero no se trata de nada más que un homenaje a la tierra».

También hay propuestas más evidentes: «Me gusta especialmente una obra inspirada en mi primer juego en la aldea de Estevesiños (Monterrei) u otra que simplemente se titula «feixe» y que recuerda los atillos en los que se llevaba la leña para calentar la casa. Una de las propuestas más simbólicas de la exposición son precisamente «los cerebritos». Se trata de cinco esferas, una de ellas tiene la clave de sol y recuerda al origen y a un enigma de lectura interna que guarda para sí misma la propia escultora: «La esfera es centro y límite, un elemento que contiene ideas y pasiones, principio y fin, una repetición no automática, sino pasional de mi propia manera de ver el mundo para después contarlo».

El resultado del viaje de «cuatro o cinco años al origen es muy gratificante para mí». Flor Fernández en su homenaje a la «madre-tierra» decidió compartir su mundo imaginado y hacerlo visible para todos. En este resultado han intervenido sus viajes, su experiencias «porque nada en mis exposiciones es fruto del azar...» y confiesa que compartirlo con los demás la enriquece «porque me alimenta».

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