Una abogada en apuros

Negarse a declarar, no esgrimir sus presuntos problemas psicológicos, enrocarse en minucias con los testigos y un descontrol con los documentos que exhibe son algunos de los traspiés de la letrada del electricista, reprendida por el tribunal

Una abogada en apuros m.muñiz

p. abet/ a. coco

Pocos días antes del inicio del juicio por el robo del «Códice Calixtino», la abogada de la defensa, Carmen Ventoso, confesaba ante los medios que se «moría de ganas» de que este proceso arrancase. Sus palabras avanzaban una estrategia, la del árbol envenenado , que se desinfló cuando el juez tumbó todas sus peticiones de nulidad y sólo aceptó invalidar las sonorizaciones a las que fue sometido el principal acusado, irrelevantes para el proceso según la Policía. Los argumentos esgrimidos por la letrada no fueron lo suficientemente contundentes para probar que los registros habían sido ilegales y que, por ende, no se podía tener en cuenta el hallazgo del manuscrito ni el del dinero.

La decisión del tribunal, que llegó a llamar la atención a la letrada a propósito de sus ataques contra el instructor, revalidó así pruebas de cargo como la grabación que muestra a José Manuel Fernández Castiñeiras saqueando una caja fuerte de la Catedral o las inspecciones domiciliarias en las que los agentes encontraron 1,7 millones de euros, una decena de facsímiles, varias bandejas de plata y una cantidad ingente de documentos supuestamente sustraídos al exdeán.

Se trata de pruebas a priori irrefutables que, sumadas a las declaraciones de las decenas de testigos que han desfilado hasta ahora ante el tribunal, han puesto a la abogada del electricista contra las cuerdas. Sin una línea de defensa aparentemente bien definida, el primer traspiés lo cometió Castiñeiras al negarse a contestar a las preguntas de la sala. Sólo respondió —con monosílabos y durante poco más de cinco minutos— a las preguntas de su defensora, lo que dio pie a que la acusación solicitase reproducir de manera íntegra la confesión del principal acusado ante el juez instructor, confirmándola como declaración de referencia para el tribunal. En ese encuentro con el magistrado José Antonio Vázquez Taín, Castiñeiras confesó haber robado el «Códice» aprovechando un descuido y dejó entrever la venganza como móvil.

El encadenado de tomas de declaración a los testigos , que en algunos pasajes reconocieron haber sorprendido al principal imputado hurgando en estancias de acceso restringido, ha puesto en más de una ocasión en apuros a una defensa por momentos perdida y atribulada. Con algunos de los agentes citados a declarar, Ventoso llegó a enzarzarse por cuestiones como el cotejo de las llaves encontradas en el maletero del coche de su cliente, más de cien. La letrada insistió reiteradamente a los testigos en sí habían comparado estas llaves con las originales, una comprobación imposible porque «todas las cerraduras se cambiaron nada más desaparecer el "Códice"» le aclararon en varias ocasiones los propios agentes.

Lío de tomos y folios

A estas alturas del proceso y, con la ronda de testigos de la defensa ya iniciada, también llama la atención que el argumento de un hipotético trastorno psicológico que el acusado pudiera padecer no haya salido a relucir. Y es que se trata de uno de los pocos asideros a los que la abogada podría aferrarse para ganar puntos en el juicio.

En la breve jornada del jueves, Carmen Ventoso tuvo que ser reprendida en varias ocasiones por el presidente del tribunal, que se mostró paciente pese al descontrol en los documentos que la letrada quiso exhibir a varios sacerdotes para que reconocieran sus rúbricas. «Usted ha aportado una copia que no sabe de dónde ha sacado. Si no sabe de dónde saca las copias, se quedan fuera del proceso», recriminó el magistrado, que no obtenía respuestas claras de la abogada sobre los tomos y folios solicitados cuya localización se demoraba varios minutos. «Madre mía», llegó a resoplar ella.

La cortó cuando quiso insistir en cuestiones ya explicadas o cuando pretendió entrar en contratos que no guardaban relación con la causa. «Son hechos muy anteriores a los que se juzgan aquí», le indicó. Ventoso ha renunciado hasta ahora, además, a once testigos, entre ellos los obispos de Orense y de Tui-Vigo. El viernes, el juez ya le pidió que si el lunes continuará con este mismo patrón, informe con antelación, pues está prevista la testificación de hasta diecisiete personas para ese día.

La letrada ha intentado demostrar sin visos de éxito hasta ahora que el origen de la fortuna que Castiñeiras guardaba en su casa no era ilegal. No pareció lograrlo con la facturas que recibían el visto bueno de los canónigos ni con los clientes de su esposa, dedicada a la costura. Tampoco ha sembrado dudas sobre la grabación en la que se ve a Castiñeiras sustraer dinero del santuario. A pesar de dirigir sus preguntas hacia especificidades técnicas, no se produjeron revelaciones destacadas. Aún quedan cuatro sesiones de un juicio que en la semana previa a su inicio, Ventoso presumía que no necesitaba preparación alguna.

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