La moda ilegal gana la batalla

Cuando se decomisan artículos falsificados, las marcas deben iniciar un largo proceso que implica peritar prenda a prenda. En pocas ocasiones estos plagios llegan a los tribunales

La moda ilegal gana la batalla efe

P. Abet

La macrorredada que el pasado mes de octubre obligó al precintado de todos los locales del olívico Mercado de A Pedra ha puesto el foco sobre la distribución y venta de artículos falsificados en la Comunidad gallega. En el caso de este enclave —objetivo de la denominada «operación Cuarzo»— fueron medio centenar los comercios que echaron el cierre (a estas alturas siguen sin poder abrir) y once las personas detenidas . Sobre este mercado vigués que cada día visitan miles de personas pendía la advertencia que la Representación Comercial de la Casa Blanca había emitido unos meses atrás y que incluía a A Pedra en la lista negra internacional de la piratería.

Los principales perjudicados por este negocio basado en el plagio de artículos y prendas originales son las propias marcas, que asisten impotentes a la copia indiscriminada de sus modelos y diseños, temporada tras temporada.

Una de las empresas más afectadas por esta práctica ilegal es la firma gallega «Bimba y Lola». Muy activa en la lucha judicial contra las falsificaciones, los abogados de la marca aseguran a ABC que siempre que la Guardia Civil o la Policía lleva a cabo una intervención de este tipo de mercancía se ponen en contacto con ellos para realizar lo que se llama un «ofrecimiento de acciones». O lo que es lo mismo: las fuerzas de seguridad proponen a la agraviada la posibilidad de personarse en contra del infractor.

Sin embargo, el alto número de incautaciones que se producen a lo largo del año impide a las firmas más plagiadas atender todas estas solicitudes, por lo que normalmente seleccionan sólo «aquellas que tienen una especial relevancia».

Peritar artículo por artículo

En los casos en los que las marcas deciden iniciar acciones legales, arranca un arduo proceso que las obliga a informar sobre las características de los originales, hacer una valoración de los daños económicos y perjuicios ocasionados y peritar la falsedad de los productos intervenidos. Porque uno de los principales escollos con los que las firmas se encuentran es el de comprobar, uno por uno, cada artículo intervenido para demostrar su plagio. Este ejercicio corre de la mano de las propias marcas, que deben enviar a un perito para que examine toda la mercancía.

A modo de balance, los representantes de «Bimba y Lola» aclaran que desde diciembre de 2012 les han sido notificadas más de 400 intervenciones, que han dado lugar a la incautación de unos 28.000 artículos falsificados. En su caso, explican, «la mayoría de las falsificaciones que se encuentran por la calle no copian el diseño de nuestros productos, sino que utilizan un producto genérico y le añaden la marca propiedad de Bimba y Lola». En cuanto a los casos que han llegado a los tribunales, la firma gallega ha ganado un 70% de las sentencias, que finalmente resultaron ser condenatorias.

«El trabajo en este área es desorbitante»

A pesar de todo, la lucha contra el mercado de la piratería de ropa y accesorios es desigual. Fuentes del Instituto Armado reconocen que «el trabajo en este área es desorbitante» y que en muchas ocasiones sólo se inicia una investigación cuando existe una denuncia previa. A esta dificultad se unen las sanciones a las que se enfrentan los infractores que, en el caso de la venta, «son bastante leves». En esta batalla contra las falsificaciones juega también un papel relevante la escasa concienciación ciudadana, familiarizada con un plagio visible en las calles y mercados más transitados de las principales ciudades y pueblos, que sigue vigente.

La moda ilegal gana la batalla

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