La Opinión de Juan soto
Uno de los nuestros
La elección de los órganos de Podemos en varias localidades gallegas ha constituido un ejemplo glorioso de pucherazo
Empezamos a sospecharlo la primera vez que le vimos lanzar al aire bullanguero de los platós los fuegos artificiales de su populismo engañabobos . Nuestros recelos fueron en aumento cuando comprobamos que cada vez que era requerido con la famosa exigencia de Anguita («programa, programa, programa») respondía con la no menos célebre evasiva de Pujol («no toca, no toca, no toca»). Ahora, por fin, hemos podido confirmar aquel indicio primerizo: el chico es de los nuestros. ¡Albricias: otro representante de los usos y costumbres de la política española en general y gallega en particular! La garantía, en fin, de que el pucherazo como procedimiento infalible mantiene su vigencia incluso entre la generación de nuevos aspirantes a pasar el resto de su vida calentando un escaño en el Congreso de los diputados y chupando becas de 1.825 euros mensuales por no dar palo al agua.
Hemos de confesar que hubo un momento en que llegamos a albergar ciertas dudas. Incluso llegamos a conjeturar con la posibilidad de que Pablo Iglesias fuese simplemente un caradura o, todo lo más, un facha disfrazado de progre. O sea, ninguna novedad: a fin de cuentas, el pequeño doctor Goebbels en su famoso «Diario» ya consideraba que esa mescolanza de contenidos simples y verborrea pretenciosa era una de las llaves de oro de la propaganda oral. Pero para admitirlo en el gremio faltaba la señal definitiva: el pucherazo. Y por fin la prueba ha sido superada. La elección, hace apenas unos días, de los órganos municipales de Podemos en varias localidades gallegas ha constituido un ejemplo magnífico, glorioso, tradicional, exacto y cabal de pucherazo. Electrónico, por supuesto, pero pucherazo impecable y categórico. La habilidad del locuaz Iglesias para asumir como cosa propia el arte de hacer aparecer en el cómputo final más votos que personas inscritas demuestra que el futuro redentor de la patria ha asimilado con aprovechamiento las enseñanzas de Romero Robledo. En Ferrol, sin ir más lejos , pueden dar testimonio. Lo consignamos con verdadera emoción: el espíritu de Riestra, Pepe Benito y Bugallal es imperecedero. Lo dicho: uno de los nuestros.
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