La opinión de Juan soto

Entregados al desconcierto

Las conductas no pueden inducirlas peritos en márketing capaces de hacer de lo blanco negro

Juan soto

Si tuviéramos que definir la situación en la que se hallan inmersas cuantas formaciones políticas tienen pensado concurrir a las elecciones locales de mayo bastaría con la palabra desconcierto para resumir el estado de ánimo de todas ellas y para describir el sentimiento que las acomete, sin excepción de siglas, intenciones, programas, cuadros ni bases.

En vísperas de previsibles innovaciones en el mapa político de ayuntamientos y diputaciones, no parece la táctica más aconsejable aquella que consiste en prescindir de propuestas electorales y limitarse a invocar los errores del adversario, como si el mal ajeno garantizase el bien propio. De lo que se trata en la actual circunstancia no es de enumerar las meteduras de pata (o de mano) de los contrarios, sino de explicar a la ciudadanía, con claridad y realismo, el proyecto político que se pretende sacar adelante así como los recursos económicos y humanos con que se cuenta para ello. Porque conviene tener presente que en unas elecciones que se dirimen en el ámbito local hay un factor movilizador más activo que el derivado de las coincidencias ideológicas y más decisorio que el consecuente con la fidelidad a unas siglas.

Se trata de ese componente determinante e intangible que sirvió a Graham Greene para bautizar a la más famosa de sus novelas. En efecto, ni siquiera los programas electorales más atractivos son capaces de imponerse a los efectos destructivos de un cabeza de lista carente del menor gancho personal o a unos candidatos desacreditados política o profesionalmente ante la opinión pública. Tanto como programas, ahora hacen falta conductas. Y las conductas no pueden ser inducidas por los directores de campaña ni por peritos en márketing contratados para que obren el milagro de hacer de lo blanco negro.

Es precisamente la dificultad de reunir elencos (desde la cabeza al cierre de la lista) que no provoquen rechazo en los electores lo que en Galicia está retrasando el trámite de hacer públicos los nombres de quienes optan a gobernar nuestros 315 concellos y nuestras cuatro diputaciones.

Entregados al desconcierto

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