Sangría demográfica: Galicia pierde 43 personas al día en los primeros seis meses
El 1 de julio de este año, la región tenía casi 8.000 vecinos menos que en el mes de enero
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El invierno demográfico , de frío casi glacial, avanza a pasos agigantados en la Comunidad gallega. La tendencia se va acentuando año a año, mes a mes. Y las perspectivas a 15 años vista no son mejores, sino todo lo contrario. Los datos del primer semestre de este 2014 insisten en agravar el panorama. En apenas seis meses, Galicia ha perdido casi 8.000 vecinos. O, dicho de otro modo, más de 1.300 por mes, casi 43 al día y cerca de dos cada hora. De media.
Unas cifras alarmantes, pero que no pillan desprevenida a la región, con un plan demográfico desde el año pasado en plena aplicación según permite el presupuesto. Aún así, desde la Xunta son conscientes del reto que implica ya no sólo revertir la situación demográfica actual, sino las proyecciones futuras. Estas hablan de una caída de más de 200.000 habitantes en 2029.
No hay que irse tan lejos para ver la sangría. Los 7.997 vecinos perdidos desde el 1 de enero al 30 de junio de este año, dados a conocer ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), son el resultado de un saldo vegetativo negativo e índices de migración exterior e interior también en números rojos. El primer dato se conocía la semana pasada: hasta principios de julio se registraron 6.138 defunciones más que nacimientos, un número al que ahora se le suman tanto las migraciones al extranjero (-669) como a otras comunidades (-1.190). En total, abandonaron la región 1.859 personas más de las que vinieron para vivir.
La inmigración, tradicionalmente un motor de crecimiento en la población gallega, llegó a las 4.196 personas, frente a las casi 4.900 que abandonaron la región hacia el extranjero. Más de la mitad de estas últimas (2.530) eran de nacionalidad española y, de entre ellas, casi el 30% de las que se marcharon tenían edades comprendidas entre los 25 y 34 años.
A nivel general, la mayor parte de las emigraciones oscilaron entre grupos que van de los 20 a los 49 años. Y por provincias, la más afectada fue Pontevedra, en donde se marcharon 472 vecinos más de los que se acercaron a la ciudad para instalarse. Lugo resultó ser la menos perjudicada en cuando a saldo migratorio se refiere, con una pérdida de 11 vecinos.
Poco más de 2,7 millones
Los datos no son más halagüeños cuando se analiza el trasvase entre comunidades. El balance de la migración interior —es decir, la diferencia entre los españoles que se trasladan hasta Galicia y los gallegos que lo hacen a otra parte de España— es también negativa, pues revela una merma de 1.190 habitantes. Esta, sumada a las demás, muestra una cifra total de 2.739.229 habitantes. El 1 de enero eran 2.747.226.
En todo caso, la disminución de población de Galicia, del 0,29% en términos relativos, no es la más aguda de España. Con un desplome del 0,43%, Asturias y Castilla y León encabezan el ranking, seguidas por el 0,39% de Castilla-La Mancha y el 0,37% de La Rioja. Comunidades, ya sea en mayor o menor medida, que comparten con la gallega la importancia de imprimir un cambio de tendencia para no convertir en realidad las proyecciones futuras auguradas para los tres próximos lustros. De ahí que hayan apostado por la unión interregional para alcanzar un gran «pacto de Estado» en favor de la dinamización demográfica.
Medidas para el cambio
Así lo recordaba, en una reciente entrevista concedida a ABC, la directora general de Familia de la Xunta, Amparo González. «Los gobiernos de Galicia, Aragón, Extremadura, Asturias, Castilla-La Mancha y Castilla y León, conscientes de la gravedad de este asunto, se han unido para trabajar conjuntamente por el cambio demográfico e impulsar la concienciación, tanto a nivel estatal estatal como europeo», explicaba hace un mes González.
Porque no sólo se trata de incentivar económicamente a las familias para fomentar la natalidad, que también, sino de sensibilizar a la población acerca de la necesidad de garantizar un relevo generacional. Actualmente, la alta esperanza de vida y los escasos alumbramientos no lo respaldan. El incremento de las bonificaciones fiscales (a nivel IRPF o en guarderías), la puesta en marcha de casas nido en el rural o las bonificaciones en el transporte público buscan animar a las familias gallegas ante semejante reto.
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