Pazguato y fino

Aquello de la mujer del César

Cabe preguntarse si Sacristán sabe algo de esa indemnización cobrada por su mujer del seguro

josé luis jiménez

Muy categórico, como suele ser casi siempre José Luis Méndez Romeu —incluso cuando habla de pernoctas en Monte Pío —, manifestó en las páginas de este periódico que los actos de los responsables públicos están «sometidos a escrutinio», y que por ello cumplía pedir a Julio Sacristán «explicaciones, aportar documentos y despejar dudas» tras conocerse gracias a ABC que su mujer fue detenida y está siendo investigada por un presunto delito de estafa y otro de falsedad.

Documentos, ninguno. Y dudas, lo que se dice dudas, se han despejado pocas después del parco comunicado de la mujer del alcalde de Culleredo, donde empezaba negándolo todo para acabar reconociendo que estuvo detenida, que prestó declaración ante la Guardia Civil y que el caso está relacionado con la sustracción de maquinaria en su clínica. Menos dudas aún disipan los silencios de Sacristán, que como veterano que es, debería saber que callar no facilita el olvido.

No cabía esperar otra cosa de José Ramón Gómez Besteiro. Si ya es difícil que dé explicaciones de lo propio , imagínense de lo ajeno. Carente de la legitimidad necesaria para exigirle a Sacristán que comparezca —en Lugo todavía esperan un tercer pleno de la Diputación para que diga algo solvente sobre la «operación Pulpo»—, lo fácil es recurrir al siempre socorrido titular artificioso pero huérfano de contenido. Y de paso, a esperar que pasen los días y escampe.

Es evidente que la gestión de María José Rodríguez Presedo nada tiene que ver con la actividad política del alcalde de Culleredo, al menos con lo que hemos sabido hasta este momento. Pero del mismo modo que Ana Mato tuvo que ver por narices el Jaguar que la trama Gürtel regaló a su marido, Jesús Sepúlveda, cabe preguntarse si Sacristán sabía algo de esos aproximadamente 18.000 euros que recibió su mujer del seguro en compensación por esa maquinaria supuestamente robada de su clínica pero que habría aparecido de nuevo por arte de magia.

¿Queda así más claro? Pues eso.

Aquello de la mujer del César

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