¡A mí que me registren!
El viernes a la juez sólo le faltó entrar en el despacho a mirarle el ordenador de Besteiro
La medalla de la transparencia que el lunes se colgó Besteiro cuando anunció que daría explicaciones en el pleno de la Diputación por los registros judiciales ordenados por De Lara resultó ser de cartón piedra, atrezzo de película barata de sobremesa. Porque todos pensábamos que la dación de cuentas incluía la opción de que la oposición pudiese preguntar, incordiar, lanzar sus mensajes, aunque posteriormente el líder socialista se escudara en el secreto sumarial, en la prudencia o en la conveniencia para no dar respuestas. Un poco al estilo de Feijóo en las sesiones de control, donde pregunta y respuesta no siempre van en la misma longitud de onda.
Pero lo del martes de Besteiro debe ser una transparencia bis, un nuevo modo de entender la comunicación a los ciudadanos que consiste en decir que se dice y hacer que se hace. Todo apariencia, obviamente. Pero el viernes a la juez sólo le faltó entrar en su despacho a mirarle el ordenador. Y eso no se ventila con un mitin sin preguntas.
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