Todos quieren ser Pablo

Las asambleas se multiplican bajo diferentes nombres con la intención de imitar al partido de Pablo Iglesias y llegar al poder aprovechando el descontento ciudadano

Todos quieren ser Pablo abc

M. SUEIRO

Las frases hechas son recurso común en los cícurlos locales de Podemos. De momento sólo reconocen un portavoz, Pablo Iglesias, y se niegan a encumbrar a otro referente porque «aquí no hay líderes, esto es la nueva política». Como si se tratara de un dogma de fe, en forma de versículo revolucionario, los integrantes gallegos de Podemos esperan instrucciones para dejar de ser virtuales. Hasta recibir las sugerencias oportunas, revestidas de mandato ciudadano, se confunden entre la maraña de asambleas formadas por anónimos con ganas de «cambiar las cosas». La fórmula parece que tiene éxito porque hasta organizaciónes como el BNG o Alternativa Galega de Esquerda se protegen debajo del paraguas ciudadano para hacerse más atractivos.

Los dueños de la marca, Pablo Iglesias y la gallega Bescansa sólo bendicen a Beiras. Los contactos con AGE sustituyen a los que deberían tener con su propia organización. La sensación de orfandad es somatizada a través de debates teóricos interminables, pero les queda el pequeño consuelo de que pudieron trasladarse a Madrid a la entronización de Pablo Iglesias y de que tienen la categoría de ciudadanos del círculo.

En todo caso la ciudadanía más inquieta, y algún imitador de Iglesias, ha puesto en marcha las mareas ciudadanas o proyectos en común de parecida naturaleza. En Galicia sobresale la Marea Atlántica de La Coruña y en la ciudad de las Burgas, Ourense en Común. Dos iniciativas del mismo corte y con el mismo lenguaje que Podemos .

Estos nuevos colectivos tienen un tinte identitario más acentuado que los cículos de Podemos, pero de igual modo buscan «la derrota de la casta». La eficacia del disurso entre los seguidores es especialmente llamativa. Uno de ellos, colaborador de Ourense en Común y de nombre Óscar, responde a la pregunta de ABC argumentando que «no hay ningún responsable, le puede tocar a todo el mundo porque esto es la nueva política». El simpatizante explica que «colabora en lo que puede» y aclara que en las asambleas toma la palabra la gente que quiere opinar y si llegamos al ayuntamiento habrá trasparencia en las decisiones».

En similares términos se expresan el resto de ciudadanos que, guiados por el grito de protesta, se suman a un proyecto lleno de matices y repartido entre muchas siglas. Las charlas entre los miembros de los círculos o los integrantes de las mareas son interminables y recogen como fórmulas mágicas los deseos de que la «nueva política propiciará un nuevo tiempo».

Los movimientos rupturistas desprecian los partidos mayoritarios y mientras algunos de los aludidos se defienden y repiten la letanía «yo no soy casta» para parecer mejores, desde la distancia la dirección de Podemos pacta «con la vieja política» al margen de los círculos. Todo tiene su origen y en los inicios el fundador de Podemos ya demostró que el pacto con su maestro Heriberto Cairo le sirvió para comenzar su carrera académica y política.

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