EL GARABATO DEL TORREÓN
Menos gritos y más trabajo
Al PP de Lugo, en su labor de oposición, se le exige una política más realista y menos pancartista
El PP de Lugo tiene mal perder. Y eso le conduce a una actitud continuamente enrabietada, parecida a la de un niño malcriado: mucho griterío y mucho aspaviento, pero nada de trabajar.
En el desempeño de sus responsabilidades como primer grupo de la oposición en el Ayuntamiento de la capital luguesa su labor es fundamentalmente obstruccionista. A cualquier ciudadano a salvo de fanatismos partidistas tiene que resultarle muy difícil la inacción de unos concejales a quienes la voluntad democrática asignó una doble tarea: por un lado, el control de la acción gubernativa; por otro, la formulación razonada de propuestas y alternativas en beneficio de la ciudadanía y, en todo caso, viables.
Es evidente que los integrantes del grupo popular no son exactamente la octava maravilla de la Administración Local. Y es cierto también que a todos ellos es aplicable el sabio consejo de que más vale permanecer con la boca cerrada aunque la gente pueda pensar que eres tonto, que abrirla y disipar cualquier duda. Pero esa precaución debería ser compatible con una imagen política más aseada y un trabajo más acorde con las demandas de un municipio necesitado del esfuerzo de todos, incluyendo a sus políticos más perezosos.
Lo dicho para el Concello vale para la Diputación, donde la tarea llevada a cabo por los diputados populares parece limitarse a la inserción en los periódicos de alguna que otra plana de publicidad, acusando al presidente de la institución de actuaciones y declaraciones merecedoras, por lo visto, de reprobación a medio de tarifa publicitaria.
Entendemos que para el PP tuvo que resultar muy duro digerir el fracaso de su principal objetivo en la provincia de Lugo: recuperar la Diputación para entregársela al actual portavoz en el Senado. Pero el hecho de haberse equivocado de estrategia, de campaña, de programa y de candidato no debería impedirle llevar a cabo una política más realista y menos pancartista en las instituciones en las que está presente.
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