Caballero evita dar la cara a los empleados de jardines y se refugia en el Ayuntamiento

Escapado andaba ayer el alcalde de Vigo. El socialista Abel Caballero, avisado con tiempo de que el conflicto de los trabajadores de jardines se había desplazado al Casco Vello, donde el munícipe tenía previsto un acto, se encerraba en su búnker de Alcaldía. Todo, para evitar dar la cara ante el grupo de empleados que desde el próximo lunes están llamados a una huelga indefinida; para huir de consignas como «menos hormigón y más subrogación» o «esta concesión huele a corrupción».

Silbato, bombos y bocina en mano, los trabajadores de la concesionaria Cespa, los mismos que este jueves bloqueaban la entrada al Consistorio en la Plaza del Rey, se pronunciaban alto y claro contra el responsable municipal del área, Ángel Rivas, imputado en el «caso hormigón».

Una actitud, la de encerrarse en la oficina y trasladar al Concello las declaraciones que estaba previsto diera tras la entrega del concurso de tapas, que desde el BNG entienden como una «absoluta dejación de competencias». En este sentido, su portavoz en Vigo, Iolanda Veloso, exigió a Caballero que «deje de mirar a otro lado y actúe».

No le convence a Veloso el argumento bajo el que se escuda el gobierno local para lavarse las manos en un conflicto que, a ojos de la nacionalista, sí tiene relación con el Ayuntamiento por tratarse de una contrata municipal y, por tanto, «debe velar» por las condiciones laborales del personal.

La protesta tiene su origen en el nuevo convenio que se firmará el próximo mes de mayo y que, entre otras cuestiones, contempla la «subcontratación del 50% del servicio» y una «precarización» del empleo, según denuncian.