Egos y programas

Nos quieren convencer de que en sus sucesivas e infinitas asambleas de lo que hablan es de su proyecto político, de propuestas serias y solventes para tejer una alternativa creible al PP y al PSOE, representantes de ese bipartidismo al que le imputan la suma de los males de nuestra sociedad. Se empeñan, con denuedo, en legitimarse como la verdadera voz del pueblo, que recoge sus inquietudes e indignación para darle forma a través de un discurso político de ruptura con el sistema.

Y para rematar, culpan a los medios de comunicación de no reflejar el auténtico intercambio de ideas sano e intelectual que se da en sus reuniones. En nuestra maldad conspiratoria, sólo nos hacemos eco de las puñaladas internas que se propinan unos a otros dentro de Anova.

Ocurre que, fuera de su burbuja, la realidad es bien distinta. Los problemas de ego y personalismos varios no son inventos de la maliciosa prensa libre, sino la razón de ser de los procesos de escisión del nacionalismo gallego en los últimos años, se vistan como se vistan. Porque lo que distancia a AGE y BNG es una mezcla entre egolatrías y sectarismo, no de programas.

Egolatrías como las que llevaron a la aparatosa salida de Beiras del BNG, que cambió el desprecio de los comunistas gallegos de la UPG por la adoración de los comunistas españoles de IU, necesitados de un líder carismático. Personalismos como los que plantean disyuntivas de «conmigo o contra mí», aunque eso suponga dejar por el camino a sus más fieles colaboradores durante años, o que entronizan sucesores. Y sectarismo, tan propio del BNG, con el que repudiar a un partido tan de izquierdas como ellos pero que huele a español, y eso todavía es más intolerable que Beiras.

Mientras tanto, el PP se sigue frotando las manos ante la torpeza de un nacionalismo incapaz de fraguar en alternativa y que divide todavía más el voto de la izquierda. Y los socialistas, aun con el vacío programático de Besteiro al frente, confían en que la sociedad los prefiera a ellos antes que a quienes se pasan todo el día a la greña.