El Garabato Del Torreón
Orozco, quinto asalto
Por tierra, mar y aire menudean las opiniones sobre la proclamada disposición de José Clemente López Orozco a intentar por quinta vez consecutiva el asalto a la alcaldía de Lugo. Desde aquel 13 de junio de 1999 algunos sucesos de índole inesperada se han producido en el término municipal, mediante los cuales la configuración política y personal de Orozco ha involucionado, a ojos de sus conciudadanos, desde un inicial populismo facundo a los actuales recelos que suscitan sus reiteradas comparecencias en los juzgados, algunas de ellas motivadas por imputaciones muy serias y acerca de las cuales todavía no se han pronunciado los tribunales de Justicia.
Hay un dato relevante y palmario: los opinantes del PP (vergonzantes o manifiestos) son contrarios a la reiteración de Orozco. Esgrimen argumentos trufados de legalismos y moralismos, invocan la dignidad de las instituciones, aducen principios éticos: los papeles de la Pokemon, la confianza en Liñares, las torres de O Garañón, lo de Vendex... No les falta razón: hay pliegos para empapelar tres galerías de Bonxe. Reiteremos, en todo caso, lo apuntado líneas arriba: la Justicia no dijo su última palabra.
Pero el motivo real del desacuerdo con el anuncio de Orozco es otro, aunque no se diga: no es un contendiente fácil. Y quien mejor lo sabe es su reincidente adversario del PP, al que lleva revolcando elección tras elección. Quien desempeña la alcaldía de Lugo desde hace quince años ha sufrido el duro desgaste de las promesas incumplidas y de los pactos degradantes, pero no parece haber perdido algunas de sus características más identificativas: su habilidad en el regate corto, por ejemplo, o su dominio de la calle.
Un Bloque en dispersión, un PP incapaz de sintonizar con la gente y unas cuantas macanas nacidas al socaire de la ola fasciodemagógica que nos invade no parecen barreras insalvables para quien se ha convertido ya en el alcalde más duradero de Lugo desde López Pérez a nuestros días. En mayo saldremos de dudas.