navantia traiciona a ferrol

Indignación por la cesión a Cádiz de la construcción de elementos del flotel

La empresa se escuda tras los plazos de entrega, mientras que los trabajadores afirman que se trata de un «globo sonda»

Indignación por la cesión a Cádiz de la construcción de elementos del flotel efe

jorge pan

Primero estupor, después indignación y por último abierto enfado. Esta secuencia siguió el estado de ánimo de los gallegos, especialmente de los ferrolanos y de aquellos cuyo destino está ligado al del sector naval y las industrias auxiliares que orbitan en torno a él, cuando conocieron la decisión de Navantia de trasladar al astillero gaditano de Puerto Real la producción de parte del flotel encargado por la petrolera mexicana Pemex.

Esta decisión de la empresa pública de construcción naval consiguió aglutinar en su contra a políticos gallegos de todos los ámbitos y colores políticos. La Xunta de Galicia, encabezada por su presidente Alberto Núñez Feijóo, se implicó mucho en las negociaciones con la empresa centroamericana, por lo que la medida impuesta por Navantia dolió especialmente en San Caetano.

«Debe imperar el sentido común», exhortó el conselleiro de Economía e Industria, Francisco Conde , que resumió en una palabra la respuesta del Gobierno autonómico: «disconformidad». «Se deben articular todas las medidas para que la construcción del flotel responda a la planificación diseñada en su momento», advirtió Conde a la empresa que preside José Manuel Revuelta. Más contundente si cabe fue el presidente de la Diputación de La Coruña, Diego Calvo, que consideró lo planteado por Navantia ayer a los trabajadores «una falta de respeto» y una «de las más desafortunadas» decisiones de la empresa. Por su parte, el flamante portavoz del PPdeG, Miguel Tellado , instó a la empresa a «rectificar» un traslado «intolerable» e «inadmisible». «Nada justifica que parte del flotel se pueda hacer fuera de Galicia», aseveró el diputado ferrolano.

Este frente común de los dirigentes del PP gallego lo completó, como no podía ser de otra forma, uno de los políticos que con más ahínco peleó con el flotel: José Manuel Rey Varela. El alcalde de Ferrol, que llegó a encabezar el pasado noviembre una manifestación frente a la sede de la empresa de construcción naval, tildó de «impresentable» que «proponga el traslado del trabajo de nuestros astilleros a Cádiz y no hay ninguna razón técnica que justifique esta posibilidad».

Para evitar retrasos

La polémica decisión les fue trasladada a los trabajadores —«más bien se la tuvimos que sacar con tenazas», ironiza el portavoz del comité de empresa, Ignacio Naveiras— en una asamblea celebrada en la mañana de ayer. En un primer momento, serán ocho de los 86 bloques que componen el flotel que encargó la petrolera Pemex los que deberán ser cortados y ensamblados en el astillero de Puerto Real, cuyos trabajadores exigían precisamente ayer, según la prensa local gaditana, más carga de trabajo.

Los portavoces de la empresa se esforzaron en quitarle hierro al traslado de la producción, reiterando una y otra vez que el único motivo que lo justifica es evitar un posible retraso en la entrega del buque a la petrolera. Según los contratos que se firmaron el pasado febrero, el astillero gallego disponía hasta el 16 de julio de 2016 (30 meses) para enviar a América el flotel, destinado a alojar a los trabajadores de las plataformas petrolíferas.

«Como se ha visto que, tal y como avanzaba el programa, no se llegaba a la fecha contractual, se ha elaborado un plan de acción que afecta a Ingeniería, a Producción y a Compras que hace que se deriven ocho bloques a Puerto Real», aseguraron desde Navantia. La palabra más repetida en su defensa es «plazos», pues afirman que los tiempos que marcan desde México son muy estrictos.

Los trabajadores, sin embargo, tienen una opinión muy diferente. El delegado de la CIG, Xoán Rico, ve «una auténtica burla» la decisión de la empresa y recordó que el máximo responsable de que la negociación con Pemex para conseguir el flotel hubiese llegado a buen puerto no es Navantia, sino el presidente de la Xunta. Este sindicalista afirmó que, aunque la carga de trabajo que supone la construcción de ocho bloques «no es significativa», sí supondrá «sobrecostes». Habrá, primero, que trasladar los materiales a Cádiz y después traerlos de nuevo hasta Ferrol, a lo largo de toda la línea de costa de la Península, para ser ensamblados con el resto de las piezas que forman el flotel.

Ignacio Naveiras ofrece una interpretación al hecho de que sean tan pocos los bloques que se desplazan al astillero andaluz: cree que el movimiento de Navantia es «un globo sonda». «Primero desplaza ocho bloques, sondea a la ciudadanía y mide la contestación política, de cara a la posibilidad de ampliar esto más adelante».

El portavoz del comité de empresa afirma que los plazos son tan solo un pretexto, pues la plantilla de Ferrol, «con un 70% de subactividad», podría entregar el flotel a tiempo. «En menos tiempo hemos construido una fragata, que requiere mucho más trabajo», aduce Naveiras, que añade un elemento más a la polémica: cree que la empesa busca enfrentar a los trabajadores gallegos con los andaluces y que el traslado es solo una primera acción.

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