DEPORTE FEMENINO
Arantxa Parra: Honestidad tenística
Arantxa Parra, con una dilatada carrera, enfoca su último gran sueño junto a Anabel Medina en el dobles hacia Río 2016
Nunca ha dejado de correr una bola. Inquebrantable trabajo sobre una pista. Siempre con su raqueta de un lado a otro del mundo. Y un recorrido dilatado, que reconoce que «ha hado mil vueltas; he tenido una carrera que me ha parecido una montaña rusa». Aún tiene un último reto antes de retirarse como profesional del tenis : lucha con Anabel Medina como pareja por una plaza en dobles para los J uegos Olímpicos de Río . Luego, después de ese último sueño, Arantxa Parra Santonja (Valencia, 9/11/1982) cerrará el largo capítulo de su historia como tenista profesional. Tremendamente cercana y pausada en su conversación, reconoce que espera que cuando suelte la raqueta su huella diga que siempre ha sido «una chica súper humilde, responsable, respetuosa con los demás y que siempre he creído que con el trabajo se pueden conseguir cosas».
Arantxa, que a tierna edad tomaba contacto con el atletismo, comenzó a acariciar el tenis con diez años. Sus padres, ambos profesores, le apuntaron con un grupo de la federación. Pasó por los clubes del Sporting y el CT Valencia . A los quince años, con una buena progresión, pasó a un estadio más profesionalizado con entrenamientos diarios, pero sin separarse de lo formativo. Un año más tarde se fue a Barcelona a la academia de Bruguera. «A los diez días llamé llorando a casa porque quería volver» , recuerda con una sonrisa, al tiempo que reconoce que «los recuerdo como unos años muy buenos».
La valenciana, entrenada entonces por Alejo Mancisidor -«prácticamente me lo ha enseñado todo»-, vivió un cambió de mentalidad hacia lo profesional con 19 años. Ese punto de inflexión llegó en un partido en concreto contra una jugadora sudafricana en un torneo en Portugal : «Tenía una forma de jugar muy agresiva, pero descontrolada. Estaba desquiciada en ese partido. Pero mi entrenador me hizo comprender que no sólo yo tenía que ganar los puntos, sino que la rival también debía hacerlo . Le tiré las bolas al centro y yo las corrí todas. El caso es que no siempre se tiene un buen día de juego, pero hay que buscar la forma de ganar ».
Arantxa ganó ese partido y los siguientes hasta coronarse en el torneo. Y mantuvo su progresión hasta meterse en el top cien mundial . «Era el sueño de cualquier niña que juega a tenis. Pero yo nunca he sido muy optimista y hasta que las cosas no pasaban no me las creía», confiesa. Alcanzó el top 50 de la WTA en julio de 2010 .
Dos momentos críticos
Progresó brillante en su tenis. Alcanzó esos momentos de grandes sensaciones. Pero en su carrera hacia adelante, quizás cuando mejor pudo estar, el relato de Arantxa recoge dos momentos especialmente complicados que le truncaron el paso en el circuito. Se fue abajo. «He tenido dos épocas muy duras, en las que perdí mucho ranking, pero aprendí mucho de la vida y del tenis» .
«El golpe más duro fue en el terreno personal. Perdí a una gran amiga. En esos momentos te das cuenta de las cosas que son importantes en la vida . Me pegué un batacazo. Fue un momento que me pilló muy joven. Estaba en Barcelona. No tenía cerca a la familia. Reconozco que no me abrí mucho para contarles lo que me pasaba», explica.
El segundo gran bache sí tuvo un fondo tenístico. Se ilusionó con los Juegos de Londres 2012. Decidió centrarse más en el dobles. Apostó por ello en detrimento del circuito individual: «Había jugado todos los torneos que existen, pero unos Juegos no. Tampoco sabía el tiempo que me quedaba de jugar y era mi ilusión. Pero mi compañera de dobles me dejó dos meses antes. Casi me quedé sin jugarlos. Gracias a Dios, Anabel quiso jugar conmigo y pude ir. Pero no con la preparación suficiente».
Camino a los Juegos
Sendas etapas álgidas con dos tremendos batacazos. «Me costó mucho digerirlo. Perdí la confianza. Pasé tres años muy complicados» , reconoce. Pero se quiso dar una nueva oportunidad antes de decidir retirarse y el tenis, desde abajo, desde los torneos pequeños, le volvió a sonreír: «Poco a poco y disfrutando» .
Pero aún le queda su último gran sueño a poco de los 33 años. Y lo comparte con Anabel Medina . Están volcadas en el dobles con un camino claro hacia Río 2016: «Es el único objetivo que me mantiene la ilusión al ir a entrenar y a cada torneo . La decisión es el dobles y aún estamos mejorando, por ejemplo, en la coordinación, que es muy importante. Vamos a tener más de un año y estamos bien situadas. Con Anabel he encontrado la estabilidad. Estamos muy ilusionadas» .
Ante todo el camino se ha de ver con optimismo. Eso que siempre le costó tanto. Pero eso ha cambiado: «Te das cuenta de que cuanto más optimista eres más fácil es conseguir las cosas» .