EN TERCERA PERSONA
Picasso y la televisión
«La principal diferencia entre Picasso y el resto de los mortales es que el pintor malagueño creó más de 15.000 obras de arte»
¿Está la genialidad reñida con la banalidad o pueden convivir sin problemas? Es lo que uno se pregunta cuando visita la exposición «Picasso TV» en la Fundación Bancaja , en la que se puede comprobar que Pablo Picasso era un ser humano que veía la televisión como cualquier hijo de vecino.
La principal diferencia entre Picasso y el resto de los mortales es que el pintor malagueño creó más de 15.000 obras de arte, las cuales están altamente valoradas tanto por la crítica como por el mercado del arte. A pesar de esta descomunal actividad creadora –que le sitúa como uno de los pintores más prolíficos de la historia del arte– Picasso era un ser humano que cayó también bajo el hechizo de la llamada «caja tonta». Un hechizo que retrató de forma magistral el director de cine Nani Moretti en su película «Caro diario» , en la que aparece un intelectual que solo estudia el «Ulises» de James Joyce y que acaba enganchado al culebrón norteamericano «Belleza y poder» . En el caso de Picasso, sus gustos iban por el mundo del circo, las películas de romanos, los combates de lucha libre, la serie «El Zorro» y los noticiarios .
Todo un universo que, tal y como se puede ver en esta interesante exposición, plasmó en su obra y, en especial, en sus grabados, de los que la Fundación Bancaja posee la mejor colección en manos privadas . Así es como en sus obras comienzan a aparecer payasos, luchadores, carros de cuadrigas o incluso el general De Gaulle, que Picasso vio tantas veces apelar a la tranquilidad y la concordia desde la televisión durante la revuelta de mayo del 68. Esta influencia no se materializó solo en los temas escogidos (llegó a decirle a Roberto Otero que solo pintaba lanceros por la película «Los lanceros de Bengala» que acababa de ver en la televisión) sino también en la composición y la forma de iluminar las obras. La televisión entró a finales de los sesenta en su hogar como una forma de distracción para su esposa, Jacqueline Roque , y acabó siendo para él una válvula de escape, como para la mayoría de gente, y una fuente de inspiración, como solo puede ser en el caso de un genio del arte.