Cien embudos

No, no me refiero a los problemas de tráfico que va a generar la recién estrenada política de movilidad del Ayuntamiento de Valencia, sino a los cien días –que se cumplen mañana– desde que tomaron posesión los nuevos equipos de gobierno municipales de izquierdas, y que han estado caracterizados por la consabida –y muy manida en política– «ley del embudo». El extremo estrecho para ti, el ancho para mi, ya saben . Se sigue haciendo todo lo que se le reprochaba al PP, y no pasa nada. Pero además, se añaden algunos de los «vicios» más decimonónicos de la izquierda española y valenciana , y tampoco pasa nada. Porque ha llegado el «cambio» y ahora el sol brilla con más fuerza sobre la Comunidad Valenciana.

Veamos algunos ejemplos: Ribó, ya saben, le declara la guerra al vehículo particular , y suprime plazas de aparcamiento y carriles sin avisar y sin negociación previa. Lo mismo para la libertad horaria: «los domingos son para ir a la playa o a misa, no para comprar». Porque lo dice él. Y punto. Ya puede quejarse el consejo local de comercio –del cual no forman parte las grandes superficies–, que se van a dar de bruces con una pared. «Nuevas formas de hacer política». «Diálogo». Claro.

Vayamos a Alicante: imputan a una concejal del equipo de gobierno por incitar al odio , y no pasa nada. Porque es monologuista y sus amenazas (de muerte) a los taurinos se producen en un «contexto de activismo animalista». El alcalde no solo no la aparta de sus funciones, sino que la defiende.

El Consell ( cierto que no lleva aún cien días ) nombra a dedo a una senadora catalana para dirigir La Fe –el anterior director, nombrado por el PP, no tenía carné de partido, ojo– y, como se da cuenta de que no cumple los requisitos, pergeña una convocatoria de la plaza a medida de la señora Mónica Almiñana.

Imaginen por un momento que todo esto lo hubiera hecho el PP.