crisis humanitaria

Cuando Cheste devolvió la sonrisa a los refugiados

En el año 1999 un total de 234 albaneses y kosovares fueron acogidos en el complejo educativo de la localidad valenciana

Cuando Cheste devolvió la sonrisa a los refugiados L. V.

M. CONEJOS

La experiencia de la Comunidad Valenciana como autonomía acogedora de desplazados está llena de capítulos hermosos a lo largo de la historia. El más reciente y de mayor parecido con el éxodo masivo de sirios por la trágica e interminable guerra de su país se produjo en el año 1999.

El 12 de mayo de aquel año un total de 234 desplazados albaneses y kosovares llegaron al aeropuerto de Manises para huir de la limpieza étnica desatada en Kosovo contra ciudadanos de origen albanés. Llegaban destrozados anímicamente y convertidos en apátridas después de un paso previo por otro campamento de refugiados situado en la localidad Macedonia de Stankovec.

El Gobierno valenciano, que entonces presidía Eduardo Zaplana , decidió por consejo de los técnicos alojarlos en el complejo educativo de Cheste e invirtió cien millones de pesetas de la época ( unos 600.000 euros ) en acondicionar el centro y reparar los equipamientos que no estuvieran en buen estado, además de para las tareas de abastecimiento necesarias.

Durante tres meses, ancianos, mujeres y hombres adultos, niños y niñas intentaron recuperar la sonrisa con la ayuda del personal del complejo, voluntarios de la Cruz Roja y de la Administración valenciana, que se volcaron en esos meses, junto a la población de Cheste ( la más cercana al centro educativo ), para conseguir ese propósito.

Alimentos, mantas, juguetes, ropa, medicinas... Todo era bienvenido para quienes tanto habían sufrido los horrores de la guerra.

Poco a poco fueron recuperando el ánimo y c omenzaron su último éxodo . Algunos, unos noventa, decidieron regresar en septiembre de ese año a Kosovo después de empezar a tener garantías de estabilidad en su lugar natal, y para comprobar si quedaba algo de sus propiedades. Otros sesenta fueron redistribuidos en otros puntos de la geografía española, como Murcia y Huesc a.

Mientras, otro centenar prefirió alargar su estancia en España , y acabaron por migrar casi todos junto a compatriotas que estaban en la misma situación en un albergue de Colmenar Viejo (Madrid) para desde allí decidir su destino final.

Algunos, de hecho, decidieron quedarse en nuestro país. Los valencianos ya éramos entonces tierra de refugio.

Cuando Cheste devolvió la sonrisa a los refugiados

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