POLÍTICA
El «vía crucis» de Ximo Puig
El socialista ha asumido este domingo el cargo de presidente, maniatado por sus «socios» y con la espada de Damocles del «acuerdo del Botánico» encima
Ximo Puig no solo será el presidente de la Generalitat valenciana menos votado de la historia – aunque él insiste, siempre que se le pregunta , en que tiene los mismos votos que el presidente de Finlandia, el país que se pone como espejo de lo que quiere que sea la Comunidad–. También será el que tenga menos margen de maniobra para tomar sus decisiones . Se encargaron de recordárselo en el pleno de investidura sus dos «socios», la lideresa de Compromís, Mónica Oltra, y el portavoz de Podemos, Antonio Montiel.
[Perfil de Ximo Puig: de Joan Fuster al Reino de Valencia de un presidente sin Gobierno]
El PSPV logró, en las negociaciones a cara de perro con Compromís – en las que Podemos ejerció de «árbitro», pero sin ocultar su simpatía por Oltra –, la única de sus condiciones irrenunciables: que Ximo Puig fuese el presidente del nuevo Consell de izquierdas. Pero la «victoria» socialista puede ser pírrica : Puig tendrá que compartir protagonismo conMónica Oltra, que será vicepresidenta y portavoz – con una cuota de poder similar a la del presidente –, y las consellerias se han repartido al 50%. Es más, en el reparto de carteras del nuevo Ejecutivo autonómico, cuya estructura –y nomenclatura– es la que ha impuesto Compromís, los nacionalistas se han quedado con algunas de las más sensibles , como Educación, al frente de la cual van a colocar a una «independiente»: la activista de Escola Valenciana Gràcia Jiménez.
A pesar de que los nacionalistas han entrado al 50% en el Ejecutivo autonómico , y que Oltra tendrá tanto o más poder que Puig, Compromís sigue sin abandonar del todo el papel de oposición que siempre ha representado: Oltra ya advirtió a Puig que el voto favorable a su investidura no era «un cheque en blanco» y que vigilarían muy de cerca que no se desvíe un milímetro de los postulados que la coalición impuso en el llamado «acuerdo del Botánico» .
Apoyo «condicionado»
Por si no bastara con las hipotecas con Oltra, quien de verdad puede convertir en un «vía crucis» la Presidencia de Ximo Puig es la tercera pata del acuerdo, Podemos – que ha impuesto cuanto ha querido al PSPV en materia programática para luego quedarse en la oposición –. Para dejarlo claro desde el primer minuto, Montiel se permitió el órdago de «prestar» a Puig solo los diputados necesarios para ser investido en primera votación (ocho, que sumados a los 23 del PSPV y los 19 de Compromís sumaban los 50 que marcan la mayoría absoluta).
El propio Montiel se encargó de subrayar que el suyo es un apoyo «condicionado y crítico» , y que el nuevo Gobierno autonómico tendrá a su grupo parlamentario a su lado «siempre que cumpla la hoja de ruta» marcada en el «acuerdo del Botánico». Para hacer aún más visible la espada de Damocles que pende sobre la cabeza de Puig , el portavoz de Podemos fue uno de los cinco diputados de su grupo que no votó a favor del socialista.
Pero las exigencias de Podemos no se limitan solo al ya famoso acuerdo firmado en el Jardín Botánico de la Universitat de València. La tarde antes de la investidura , Ximo Puig tuvo además que firmar otro documento, esta vez «bilateral» , con Montiel –aunque Oltra también estaba presente, para enfatizar la mayoría que ostentan los socios de Puig en el pacto–. Supuestamente, para garantizarse el apoyo de la formación de Pablo Iglesias en la votación del jueves.
Desconfianza
Así, Puig se ha visto obligado a radicalizar el programa con el que el PSPV se presentó a las elecciones autonómicas para incorporar todas las exigencias de Podemos y Compromís en el acuerdo de gobierno. El «apoyo crítico y condicionado» de Montiel lo obliga a adoptar diez medidas urgentes en sus 100 primeros días de mandato, como dejar sin privilegios a los expresidentes autonómicos o vaciar de competencias a las diputaciones –mientras se pelea conCompromís por presidir la Diputación de Valencia, la única que controlará la izquierda tras las elecciones si Ciudadanos no propicia una carambola en la de Alicante, donde al PP le falta un diputado para la mayoría–. En el último momento, Puig incluso tuvo que incluir entre sus propuestas una rebaja del listón electoral al 3%, que a quien más va a perjudicar es precisamente al PSPV.
Y tras asumir todas y cada una de las exigencias de unos y otros, Puig no pudo evitar ofrecer la imagen de debilidad que proyecta en las Cortes Valencianas el hecho de ser presidente con solo un quinto de los escaños detrás: se encargaron de recordárselo Oltra con su discurso , y Montiel con la abstención de cinco de sus trece diputados. El socialista ya sabe que va a estar toda la legislatura –lo que dure– no solo vigilado, sino dirigido por Oltra y Montiel . No puede salirse del guión que le han marcado sus compañeros de viaje, so pena de quedarse en minoría en la Cámara.
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