HOTEL DEL UNIVERSO

Oda al fútbol base

«Por encima de cualquier otro significado, el fútbol genera una inconmensurable energía simpática universal»

carlos marzal

Algunos piensan que el fútbol es sólo un deporte, y la mayoría repite esa cantinela por el mundo . Todas las cosas son nada más y nada menos que lo que son, como sabemos gracias a las enseñanzas del gran filósofo Perogrullo: la Física es sólo una ciencia; y el plutonio, sólo un elemento químico. Aseguran que es sólo un deporte, porque les parece frívolo que un adulto conceda trascendencia a una actividad física. Le quitan importancia, para no elevar un entretenimiento a la condición de ceremonia sacralizada en todos los continentes. Relativizan su interés, en comparación con otro género de tareas de naturaleza intelectual.

Pero el fútbol no es un deporte: o lo es sólo como anécdota . El fútbol es una forma de vida, una manera de estar en el mundo, de acomodarse entre los muchos obstáculos de la realidad. De ahí que ponga de acuerdo, sin demasiadas discusiones , a los pobres y a los ricos, a los eruditos y a los analfabetos, a los agnósticos y a los creyentes, a los feos y a los guapos. El fútbol es el gran conciliador.

Por encima de cualquier otro significado, el fútbol genera una inconmensurable energía simpática universal , que proviene de un hecho simple: compartir un balón con compañeros, para meterlo en la portería, y a ser posible ganar al contrario. Cada fin de semana, millones de niños, jóvenes y adultos cristalizan esa idea jugando un partido ( una idea que ha sido sustentada en los días precedentes con sesiones de entrenamiento ).

Para los querubines, los prebenjamines, los benjamines y todos los demás, el fútbol no es un deporte : se trata de lo único que uno espera que ocurra , mientras ocurre el resto de los asuntos semanales. Representa la culminación del destino inmediato: la felicidad práctica. Por eso es una forma de vida. El fútbol profesional también constituye una forma de vida para los futbolistas profesionales, pero sobre todo es una «forma de ganarse la vida». Ese matiz convierte el espectáculo del fútbol profesional en un deporte: en sólo un deporte. Para la humanidad futbolística, el fútbol activo significa una suerte de enamoramiento continuo, sin los inconvenientes domésticos del amor. Es el éxtasis más barato que existe, porque, a fin de cuentas, sólo hace falta una pelota: el resto de los ingredientes (los compañeros, los contrarios, el campo, las porterías) los incorpora la imaginación del niño que juega. Quienes nunca han jugado no lo entienden ; sobre todo, porque ignoran que no hay nada que entender, salvo la alegría misma del juego. Por eso, en los campos de refugiados, la gente juega al fútbol. Por eso, en las treguas de las batallas, los ejércitos enemigos juegan al fútbol. Por eso, en las favelas, en los suburbios, en los arrabales, los abandonados de este mundo juegan al fútbol. El balón es la democracia en movimiento , matizada tan sólo por el aristocraticismo de quienes juegan mejor. Un misterio que se resuelve en el hecho de que no necesite resolverse. La felicidad, si no es sencilla e inmediata, no es la felicidad. Por eso el fútbol representa una alta forma de vida: aquella de quienes aspiran a ser felices, por encima de los descalabros de la Historia.

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