La gente en general

Las cosas, tratadas en general, se cosifican, a diferencia de cuando se observan en concreto: entonces se vuelven fetiches, talismanes, objetos sagrados de nuestra vida diaria. Los generalismos y las generalizaciones resultan perjudiciales para contemplar cualquier asunto, porque nos encanta generalizar como sistema mediante el que no hacer caso de nada. A bulto, todo parece idéntico, todo se difumina, todo pierde su perfil, y el perfil, a la larga, es la línea que nos contiene, el trazo que nos dibuja y nos concede materialidad.

A la gente en general le sucede lo mismo que a las cosas , pero con el agravante humano de las generalizaciones: se cosifica, se deshumaniza, se vuelve multitud. De la gente en general no se puede tener muy buena opinión, como creo que no se puede tener en general de casi ningún asunto. La Historia en general tiene mucho de carnicería . La política en general es un espectáculo de ventrílocuos ramplones. La meteorología en general parece un sucedáneo de las artes adivinatorias. Las conservas de verduras en botes transparentes de vidrio, en general, se diría que son museos campestres ambulantes con piezas sumergidas en formol. Ya ven: en general es feo, en general es triste, en general es chungo.

A granel, la gente no tiene gracia. En un saco somos tipos: el personal, la peña . Desde el aire, no hay quien nos distinga en mitad de esa marabunta que desfila por la avenida del destino, rumbo a ninguna parte. Somos píxeles colocados de manera contigua , con la salvedad de que nuestra suma no acaba por configurar ninguna imagen: sólo se percibe el borrón.

Lo interesante siempre ocurre de uno en uno, en particular, singularizando. El plural, más que un accidente de la gramática, constituye una falta de educación : el accidente ético de las generalizaciones. La comodidad de agrupar elementos no debería estar permitida en el ámbito humano. Hay que tomarse la molestia de analizar comportamientos concretos, de juzgar ideas particulares de individuos con biografía propia. Hay que perder el tiempo en aprenderse el nombre y los apellidos de ese que se cruza con nosotros en la encrucijada de la casualidad, aunque estemos tentados de enviarlo al limbo de la muchedumbre.

Creo que me hice escritor para ceñirme a los hechos. Divagar también es escribir, pero estamos obligados a divagar mediante palabras que aspiran a la exactitud . Se puede hablar de la literatura en general, pero hablar en general de literatura siempre consiste en hacerlo de autores concretos, de obras concretas, de textos concretos. En literatura no existe la anonimia, tan sólo el desconocimiento de la autoría: el anonimato por accidente. Algunos creen que la literatura cae del cielo , que la divinidad la insufla por vía infusa en los escritores, que no saben muy bien lo que dicen en su delirio. A mí en cambio me parece que se trata de trabajo individual, de sudoración privada.

La gente en general uf. La gente en general buá. La gente en general uyuyuí. Mejor caso por caso. El singular es el comienzo de toda redención.