¿Política real o «2.0»?

Tenemos unas Corts constituidas –al igual que los más de 500 ayuntamientos valencianos– a pesar de la tormenta climatológica del pasado fin de semana, como una alegórica bienvenida a la legislatura tricolor. La vida sigue y la rueda gira. Nadie es imprescindible en la política, y seguro que llegarán muchos que lo harán mejor que el anterior inquilino; el cambio es democrático y muchas veces hasta es higiénico. En muchos casos habrá una regeneración, pero simplemente por el mero hecho de la derrota sufrida.

Los partidos han trazado y llevado a cabo sus estrategias de pacto, y el socialismo valenciano se ha entregado con los brazos abiertos a cualquier sigla que le quisiera apoyar. El único que me ha descuadrado ha sido C’s, ya que no ha seguido ninguna línea oficial , ni en la Comunitat ni en el resto de España. Y ha sido protagonista en casos flagrantes como Gandia, Villamarxant o Torrevieja, donde ha dejado gobernar a una amalgama de siglas incoherentes en lugar de respetar al partido mayoritario, a pesar de que en todos los casos tenía un peso en número de concejales suficiente como para poder gobernar en minoría. El tiempo pondrá a cada uno en su sitio, sin duda, y C’s entra de lleno en esa liza.

Las redes sociales llevan desde el pasado viernes en constante ebullición, entre partidarios y detractores de todas las formaciones. Es una realidad paralela de 140 caracteres, totalmente alejada de la sociedad civil normal. Los «rajes» entre socialistas y nacionalistas de estos días y semanas pasadas por las redes, hasta que hubo entente o «acord», demuestran que son una más que frágil alianza, donde se prima más el interés –y la necesidad– en llegar al poder que el de subirse a un mismo barco para afrontar un viaje de cuatro años. Un viaje en el que se sabe cómo se ha empezado –con insultos y traiciones–, pero no se sabe cómo acabará, y cuantos daños colaterales habrá por el camino.