lletraferit
Pasarse de frenada
La semana pasada me llamó la atención que, mientras en el Salón de Cortes del Palau de la Generalitat se anunciaban la lista de premiados a los “Premis Jaume I” con la presencia de más de diez premios Nobel presentes, la mediática Mónica Oltra estaba de tertulia en la cadena Cuatro junto a Willy Toledo. A mi entender, una persona que representa a la tercera fuerza política en la Comunitat debía de haber estado en el Salón de Corts junto a las principales referencias de la sociedad civil, empresarial, cultural y de la investigación valencianas y no estar de “bolos” televisivos mañaneros.
Han pasado más de dos semanas de las elecciones autonómicas y municipales en las que, mientras el PPCV se ha mantenido en un estado de silencio permanente, el futuro gobierno progresista de la Generalitat está jugando y peleando, sobre todo a través de titulares de prensa. Cada medio está moviendo sus opciones y las redes sociales son un hervidero diario donde hay infinidad de tuits de partidarios de unos y de otros tirándose los trastos a la cabeza. El progresismo moderno está a la greña, los claims y las pancartas pidiendo el “cambio” no hacen política.
La imagen que está dando esa izquierda, en la que se les llena la boca de una ficticia superioridad moral e ideológica, está siendo bastante penosa, como un matrimonio mal avenido lanzando comunicados, rompiendo negociaciones, después desmintiéndolos y más tarde volviéndose a enfadar. Todo, eso sí, bien mediatizado. El lunes, el tripartito, o mejor dicho el PSPV y el bloque Podemos-Compromís, tenían acordados unos puntos básicos irrenunciables y el martes a mediodía todo saltaba de nuevo por los aires. Desde el PSPV, el tridente que llevan a la comisión negociadora Ciprià Ciscar, Orengo y Soler, tres claros ejemplos de renovación y regeneración democrática, rompían cualquier tipo de acuerdo al sentirse insultados.
El PSPV quiere el trono de la Generalitat a toda costa y es capaz de romper cualquier acuerdo posible si lo ve peligrar. Lo que mal empieza mal acaba, si no quieren ceder en quién tiene que ser el presidente, ¿van a poder gobernar juntos cuatro años? Yo creo que no. Un periodista amigo de un medio catalán me lo decía: “estos no acaban la legislatura”. El problema es el espectáculo que están dando antes de empezarla, pero con candidatos que prefieren estar de tertulias en la tele en vez que compartir una sesión con más de diez premios nobel en la Generalitat está dicho todo.