fil de vint
El ruido contra la lógica (II)
«Compromís está dispuesto a alargar la negociación hasta agosto, si hace falta, para exprimir al máximo a Ximo Puig»
Los rostros de la «nueva política» que venían a rescatar la democracia de las malvadas y putrefactas manos del PPCV -como si los populares no hubieran ganado cinco elecciones autonómicas consecutivas- se están cubriendo de gloria. Han pasado dos semanas desde las elecciones que «liberaron Valencia», en la terminología épica de Compromís, y apenas diez días desde que las fuerzas de izquierdas comenzaron sus contactos auspiciados -y tutelados- por Podemos. Diez días en los que Ximo Puig y Mónica Oltra han enterrado el discurso grandilocuente que exhibían antes del escrutino -esa necesidad de «rescatar personas», esa «emergencia democrática», esa urgencia por la «alternancia higiénica»...- y han comenzado una discusión de patio de colegio por ver quién se lleva la pelota a casa.
Si es cierto, como dicen los negociadores del PSPV, que «nuestros programas coinciden al 95%», si tanto Ximo Puig como Mónica Oltra tienen claro que lo que necesita la Comunidad es un gobierno de izquierdas, si su bipartito tiene el beneplácito de Podemos desde la oposición, si tan urgente era darle la vuelta a la situación -una situación «catastrófica» en la que, no conviene olvidarlo, la Generalitat se había puesto al día y la Comunidad creaba empleo a un ritmo el doble de rápido que el resto de España-, ¿por qué no cierran ese pacto tan urgente y tan necesario?
Quizá lo que sucedió ayer por la mañana -una vez más- nos dé una pista. Veamos: Ximo Puig entra al Comité Nacional del PSPV, donde realiza una lectura triunfalista de los resultados pese a que es el candidato socialista menos votado de la historia en la región, y se presenta como «el futuro presidente de la Comunidad Valenciana». Más o menos a la misma hora, arranca el Consell General de Compromís -nueva lectura triunfalista al canto, en este caso quizá más justificada- sin que Oltra haya hecho acto de aparición. Como la maestra del marketing que es, la candidata de la coalición nacionalista aparece por sorpresa cuando la reunión ya está avanzada, y sus correligionarios la hacen subir al escenario entre gritos de «presidenta, presidenta». El líder del Bloc -el sustento municipal de Compromís, pese a que Oltra asegure que no es nacionalista-, Enric Morera, había jurado a los periodistas minutos antes que «no hay un empeño de Oltra en ser presidenta». A la vista está.
El problema es que Ximo Puig, un político de largo recorrido y con un marcado marchamo institucional, sigue confiando en la «lógica democrática» y los cuatro escaños que le saca a Compromís para ser investido presidente. Por eso ha hecho alcalde de Valencia a Joan Ribó, para exhibirlo como un «gesto de coherencia» y reclamar reciprocidad a su némesis. Y no ha entendido aún que a Oltra eso de la «lógica» le da bastante igual -para empezar, según el razonamiento de Puig, el próximo presidente de la Generalitat debería apellidarse Fabra-. Los nacionalistas, según se dice, están dispuestos a alargar la «negociación», por llamarla de alguna manera, hasta agosto si es necesario. Si no para hacer presidenta a su lideresa, sí para exprimir al máximo las ansias de Puig por convertirse en presidente. El precio puede ser mucho más alto de lo que el exalcalde de Morella esperaba. Por el bien del PSPV -y de la Comunidad- cabe esperar que Ciprià Ciscar sea tan buen negociador y esté dotado de tanta paciencia como le atribuyen.
En cualquier caso, el futuro pinta negro para los socialistas. Oltra es experta en fagocitar compañeros de viaje, y Puig no es más que el siguiente escalón. De momento, la lideresa de Compromís ya esgrime los diputados de Podemos como si fueran propios -que para eso van a concurrir juntos en las generales-. Según su «lógica», tiene más apoyo parlamentario que Puig. Una «lógica» que, si el candidato socialista hubiera leído atentamente el ejemplar de ABC del pasado 21 de marzo, no le habría pillado por sorpresa.
dmartinezjorda@abc.es
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