POLÍTICA

La derrota electoral y la corrupción obligan al PPCV a acelerar su renovación

La dirección regional quiere vaciar la futura Diputación de Valencia de cargos identificados con Alfonso Rus; el pulso por liderar el grupo en las Cortes se suma a la disputa por presidir la Diputación de Alicante, aún en el aire

La derrota electoral y la corrupción obligan al PPCV a acelerar su renovación EFE

D. MARTÍNEZ/ A. CAPARRÓS

La renovación ordenada en el PPCV que preveía el presidente autonómico , Alberto Fabra, al anunciar su intención de dejar el cargo en enero, no será posible. La dolorosa derrota sufrida en las urnas, el paso a la oposición en la mayoría de instituciones –apenas se ha salvado la Diputación de Castellón– y, sobre todo, la cascada de escándalos relacionados con la corrupción que sacuden a la formación con una cadencia prácticamente semanal, obligan a acelerar el proceso de renovación abierto por el presidente regional.

Las tensiones entre aquellos que –como el propio Fabra– apuestan por una renovación profunda de caras y mensajes , y los que pretenden mantener el orden actual en la administración de la derrota, se ha trasladado ya a la composición de la futura Diputación de Valencia, en la que los populares pasarán a la oposición en virtud de un pacto entre PSPV y Compromís –que forma parte de la negociación global junto a la composición del Consell y la Alcaldía de Valencia–.

Según explicaron fuentes populares, varios de los actuales diputados provinciales ya se han autoproclamado candidatos a repetir en la institución provincial en las reuniones postelectorales de sus respectivas juntas comarcales. Una pretensión que se da de bruces con la intención del presidente regional de revolucionar el grupo popular en la Diputación para romper de forma radical con la etapa liderada por Alfonso Rus.

El expresidente provincial del PP de Valencia –que ha delegado la presidencia de la institución en Juan José Medina hasta que se constituya la nueva Corporación– fue suspendido de militancia al publicarse unas cintas en las que supuestamente se le escuchaba contar dinero junto al exgerente de Imelsa Marcos Benavent , que apareció el miércoles para declarar como imputado –tras la denuncia de la propia Diputación– y admitir que «era un yonki del dinero, me he llevado de todo».

Con la dirección provincial en manos del hasta ahora secretario general, Vicente Betoret, emergía la figura del exdelegado del Gobierno, Serafín Castellano, como hombre fuerte del PPCV en la provincia. Sin embargo, las tentaciones de influir en el proceso de renovación que pudiera albergar Castellano quedaron abortadas ayer con su detención . Paradójicamente, el ya exdelegado del Gobierno había afeado a sus compañeros de partido en la junta provincial del jueves por la tarde el impacto del escándalo de Imelsa que afecta a Rus –con quien mantenía una indisimulada rivalidad orgánica– en los resultados del 24-M.

Temor a Benavent

De esta forma, la voluntad de la dirección regional del PPCV es la de controlar la elaboración de las candidaturas comarcales a la Diputación de Valencia. En la calle Quart se entiende que los dirigentes más identificados con Rus no pueden seguir en el pleno provincial. Al margen de su vinculación con el expresidente, en el PPCV temen que las diez horas de grabaciones realizadas por Benavent puedan comprometer a alguno de estos diputados en próximas fechas.

Mientras, han comenzado las tensiones por liderar el grupo popular en las Cortes. Una tarea a la que Fabra, presumiblemente, renunciará una vez anunciada su voluntad de apartarse de la primera línea orgánica tras las generales. Todo apunta que dicha tarea debería recaer en la secretaria general, Isabel Bonig, en el periodo de transición. No obstante, los partidarios de que María José Catalá lidere el futuro del PPCV tratan de situarla en la portavocía, para que se posicione en primera línea antes del congreso extraordinario. También se da por sentado que el presidente provincial interino del PP de Valencia, Vicente Betoret, tendrá sus opciones de postularse a la portavocía del grupo.

No obstante, Betoret lo tiene más complicado que Catalá o Bonig por su fuerte identificación con Rus –de quien ha sido mano derecha durante varios años–, que de hecho le puede costar la Alcaldía: Ciudadanos está dispuesto a apoyar al PP para que siga gobernando Vilamarxant pero si no es Betoret el candidato, precisamente con ese argumento.

Las tensiones en torno a la organización del grupo autonómico se suman a las que ya existían en Alicante a cuenta de la presidencia de la Diputación, aún el aire (pues depende también de Ciudadanos). El partido se ha dividido entre los que apoyan al presidente provincial, José Císcar, y los que piden que siga Luisa Pastor.

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