DEPORTE FEMENINO
Lidia Valentín: La haltera irreductible
Lidia Valentín gobierna su deporte en Europa y se sitúa entre las mejores del mundo rumbo al tercer sueño olímpico
Contiene una vitalista, enérgica y sanamente competitiva forma de guionizar su vida, que está puramente ligada a la halterofilia. Rotundamente apasionada de su disciplina y del deporte. Brinda cada instante entre pesas, barras, magnesia y pensamientos de ensueño olímpico. En el horizonte tiene Río de Janeiro. Desea superarse y dejar a un lado las más que meritorias plazas de Beijing (quinta) y Londres (cuarta). Quiere más. Obvio en el deportista veraz. Así es Lidia Valentín Pérez (Camponaraya, León, 10/2/1985), referencia femenina de la halterofilia española, coronada como campeona de Europa (en categoría de -75 kilogramos) ya en dos ocasiones y medallista Mundial.
La fortaleza que proyecta en cada entrenamiento o en cada competición se entremezcla con la cercanía y el discurso pausado, pero meridiano en su fondo cuando conversa. Significa con claridad quién y cómo es y dónde está el origen de su relato en la halterofilia: «Yo no hago deporte, sino que el deporte me ha hecho a mí. Me ha descubierto muchísimo valores. Soy súper perfeccionista y muy exigente -«igual me paso»-. Creo que el deporte en general, ya no solo la halterofilia, te da la oportunidad de vivir una serie de experiencias, de sensaciones, que solo son posibles en ese ámbito».
Lidia, que recientemente se proclamaba por segunda vez consecutiva campeona de Europa -sucedió en Georgia con oros en arrancada, dos tiempos y total olímpico-, entiende sencillamente que «creo que muy pocas cosas en la vida me harían tan feliz como me hace el deporte en alto rendimiento».
Su génesis está en la leonesa Camponaraya. Cuenta que desde muy pequeña destacó en el deporte. Practicaba cualquier disciplina. Y lo hacía siempre competitiva. Y vio algo en ella Isaac Álvarez. El entrenador de halterofilia que le alertó de las cualidades que tenía y le motivó siempre. Con once años se asomó a la que se convirtió en su pasión. Ya no lo dejó nunca. « Sabía que había mucha gente que lo practicaba, pero yo no lo conocía para nada. Desde el primer día, me gustó muchísimo el ambiente que había, el trato, los compañeros, el sistema de entrenamiento, me enganché realmente», recuerda.
Deportista veraz
Lo que a otras niñas de su edad les costaba mucho a ella le salía de forma natural. Era algo innato. Y fue progresando. Casi sin darse cuenta. Acumuló mucho de eso que da el triunfo con victorias regionales y estatales. A los quince años, se cumplió su primer sueño. Uno que ella advertía con brillo y compromiso, pero que en casa en los principios sonó a algo pasajero de chiquilla. Lidia se fue a Madrid para enrolarse en el alto rendimiento. «Veían que era tan de verdad lo que sentía que lo entendieron», explica.
La leonesa progresó. Superado el periodo de adaptación a tan tierna edad, dio continuos pasos hacia adelante. Ya destacó en Europeos y Mundiales junior. Y luego se erigió incontestable en categoría absoluta. Una de las mejores del mundo. Con dos coronas continentales. Y a sus espaldas dos Juegos. Va derecha a los terceros: «Pienso en Río y se pone la piel de gallina. Ya fue increíble cuando estuve en Beijing. Lo que sientes, entre tantos deportistas que buscan lo mismo que tú, no se puede contar, tienes que vivirlo. Cuando estás allí tienes claro que todo tiene sentido. En Río, creo que estaré en un grado de madurez total».
La halterofilia es un deporte individual, pero la clasificación en por equipos. España, en el próximo Mundial, tiene la oportunidad de lograr algo histórico: coger tres plazas en categoría masculina y dos en femenina: «Sería un bombazo para nuestro deporte». Lidia lamenta que el patrocinio, que el respaldo de marcas, es prácticamente nulo. Incomprensible con su palmarés.
Una mujer fuerte. Rubia. Con el pelo largo. Con un rostro llamativo. Nunca olvida el maquillaje. Ni para entrenar o competir. El rosa lo lleva a todas partes. Como su cinturón de «Hello Kitty». «Desde pequeña me ha gustado y siempre me ha dado suerte. Por eso siempre lo llevo. En Londres, lo tuve que tapar por el asunto de las marcas», subraya. A Lidia no le importan los tabúes sobre su deporte y la práctica de la mujer: «Lo que hay que ver es la habilidad del deportista, independientemente de que sea hombre o mujer en cualquier tipo de disciplina».
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