«Fabra y Puig son hijos políticos de la transición y deberían encarnar mejor sus valores»

Este viernes se presenta en la Feria del Libro de Castellón el libro ‘La Transición en Castellón’, escrito por el periodista Víctor Mut (02.10.1969) y editado por el Ayuntamiento de la capital de La Plana. Esta publicación, que se presenta a las doce del mediodía, cubre un vacío bibliográfico sobre una etapa fundamental en la historia reciente de esta ciudad y su provincia donde, al igual que en España, también tuvo sus propios protagonistas pero muy marcados en sus decisiones desde las direcciones de su partido tanto en Madrid como en Valencia a la hora de, por ejemplo, imponer sus candidatos en las distintas citas electorales.

Pese a la distancia en el tiempo, el libro rememora cómo fueron las primeras elecciones legislativas en Castellón en 1977 y 1979, así como las municipales de ese mismo año. En la publicación aparecen ya nombres vinculados a la actualidad de la política valenciana como el de Alberto Fabra, actual presidente de la Genaralitat que ya en 1983 ocupó un lugar de suplente en la lista de Castellón por Alianza Popular, mientras el socialista Ximo Puig resultó diputado electo en esas primeras elecciones autonómicas que supusieron el inicio de una etapa dominante del PSPV-PSOE en el mapa institucional de la Comunidad Valenciana.

Para el auto, “Alberto Fabra y Ximo Puig, a diferencia del resto de actuales candidatos a la Presidencia de la Generalitat y de otros muchos números uno en las elecciones locales, son un ejemplo de que la política en este país se ha convertido en un oficio dentro de unos partidos, herederos de la transición, dominados por sus propios aparatos. Eso sí, como mérito, hay que reconocer que no se han agriado con el paso del tiempo y no han sido salpicados por la lacra de la corrupción”.

A este respecto, y como “hijos de la transición y herederos directos de la transición político”, Mut sostiene que “tanto Alberto Fabra como Ximo Puig deberían encarnar mejor los valores que supusieron la transición, con acuerdos y consensos por el bien general, y con una altura de miras que, al menos, ilusionasen a la ciudadanía frente a tendencias que responden más bien al cabreo de la gente ante la incapacidad de los grandes partidos de responder a tiempo por comportamientos intolerables”.