El ventilador

Hay que ver. En estos tiempos de avances tecnológicos, de aires acondicionados silenciosos y climatizadores eléctricos, en cuanto llega la campaña electoral lo que mejor funciona es el ventilador de toda la vida. Esquerra Unida del País Valencià y Compromís, dos formaciones de cuyo programa electoral solo se conoce la propuesta relativa a apartar al PP de las instituciones a toda costa, lo han encendido a toda potencia a menos de un mes de la cita con las urnas.

Y, al menos a EUPV, la jugada le ha salido redonda . Ayer se cobraron una pieza de órdago, la cabeza del presidente provincial del PP y de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus. El político que vive de sus empresas aparece en una grabación contando 12.000 euros -del audio, de solo 13 segundos, no se puede deducir que ese dinero sea de un soborno, y ni siquiera que tenga físicamente el dinero en las manos en lugar de estar punteando un presupuesto, por ejemplo, pero eso da igual- con el exgerente de Imelsa, que está en paradero desconocido acusado de desviar fondos de la empresa pública a través de una trama de sociedades pantalla. Quizá Rus sea culpable de aceptar sobornos. O quizá no. Pero de momento, sin estar ni siquiera imputado -y el juez tiene las mismas grabaciones que ha difundido Esquerra Unida-, ya está fuera de la política. Que es, ni más ni menos, lo que perseguía la coalición de izquierdas.

Quizá no lo recuerden, pero en mayo de 2007, días antes de unas elecciones municipales y autonómicas, un juez de Alicante ya investigaba el archiconocido Caso Brugal. Un caso que había empezado en Orihuela, que luego saltaría a la Diputación de Alicante y al Ayuntamiento de la capital de la Costa Blanca, para llevarse por delante a Mónica Lorente, Joaquín Ripoll y Sonia Castedo entre otros. El juez, con buen criterio, esperó a que pasasen las elecciones para ordenar la detención del empresario oriolano Ángel Fenoll y uno de sus empleados -concejal del PP en Albatera, para más señas-, de forma que la operación contra la corrupción no influyese en el resultado electoral. Inmediatamente después de los comicios, Fenoll y su empleado eran detenidos y enviados a prisión preventiva.

La investigación judicial ha seguido su curso. Ha caído quien tenía que caer, a pesar de que no hay una sola condena porque la fase de instrucción se eterniza. Pero ese juez se cuidó mucho de adulterar un resultado electoral con unas detenciones que tenía ya decididas. Quizá es porque antes había una regla no escrita que intentaba preservar los comicios de los efectos colaterales de la acción de la Justicia -lo contrario de lo que persiguen los partidos de la oposición valenciana-, que ahora se observa menos, fruto seguramente del hartazgo social que han dejado los contínuos casos de -presunta mientras no haya sentencia- corrupción que conocemos día tras día.

A Compromís aún no le ha salido tan bien la jugada. El «escándalo» de #RitaLeaks no ha llegado a ninguna parte, porque no hay escándalo. Los gastos anuales en Protocolo del Ayuntamiento de Valencia no son mucho más altos que los del Ayuntamiento, por ejemplo, de Benidorm (gobernado por el PSOE), que tiene diez veces menos población. Pero la caza contra Rita no ha terminado, y ya circula por ahí la especie de que, en plena campaña, «alguien» va a filtrar unas facturas de Feria Valencia que, se supone, van a ser definitivas. El ventilador sigue en marcha.

Y a mi, personalmente, me preocupa -como administrado que soy en la Comunidad Valenciana- que el ventilador funcione tan bien como para influir en las urnas. A Ignacio Blanco, candidato de EUPV, le falló ayer el subconsciente, y calificó a Rus de «víctima política» en un comunicado remitido tras conocer su suspensión de militancia. Más claro, agua. Y, oigan, si Rus ha metido la mano en la caja, que caiga sobre él todo el peso de la Ley. Pero, ¿se imaginan por un segundo que sea inocente?

dmartinezjorda@abc.es