entrevista
«La preservación de la fertilidad es como un seguro de vida que usas cuando quieres»
ABC analiza con el presidente del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) los avances en la materia durante el último cuarto de siglo
El Instituto Valenciano de la Infertilidad (IVI) cumple este año un cuarto de siglo (al igual que la edición Comunidad Valenciana de este diario) como la primera institución española dedicada íntegramente a la reproducción asistida y pionera en procesos hoy empleados en todo el mundo. En este tiempo, además de abrir clínicas hasta en ocho países –la próxima será en Abu Dabi–, ha ayudado a nacer a 100.000 niños. Uno de sus presidentes, José Remohí, realiza una retrospectiva con ABC.
–¿Cómo era la situación en los 90?
–Contábamos con muy buena formación en EEUU, pero no teníamos un futuro claro. Allí nos habíamos dado cuenta de que la sociedad médica americana estaba a años luz de la española. Además, aquí estábamos condenados porque no teníamos espacio ni en la universidad ni en los hospitales, pero apostamos por reproducir ese modelo americano. Durante los dos primeros años no cobrábamos ni una peseta y no tuvimos subvenciones ni ayudas, pero desde el primer minuto reinvertíamos en la investigación, uno de nuestros pilares junto con la atención médica de vanguardia. Eso fue lo que nos diferenció. Además, empezamos a publicar en las revistas más importantes del mundo, con lo que nos invitaban a otros países y empezamos a ser reconocidos en el extranjero bastante antes que en España.
–¿Cuándo llegó ese reconocimiento aquí?
–Sobre el 94, cuando diseñamos la congelación de espermatozoides testiculares. Fuimos los primeros en el mundo y eso nos puso en órbita en España, porque éramos personas que nos dedicábamos exclusivamente a la reproducción. Ésta es una espina para los médicos, porque no hay forma de que la paciente se embarace y vienen aquí con la sensación de fracaso. Los ginecólogos prefieren que la paciente se vaya a otro médico.
–¿Qué otros hitos destacaría?
–Hemos sido pioneros en el tratamiento de enfermedades hereditarias, en cultivar los embriones más allá de lo estándar (hasta tres días de vida), en la microinyección...
–¿Y los más recientes?
–La preservación de la fertilidad, sin lugar a dudas. Lo conseguimos como una técnica válida desde el punto de vista científico, hasta ese momento era anecdótico. Ha supuesto la libertad de la mujer para decidir cuándo quiere ser madre, es parar el tiempo. La vitrificación de los óvulos la introdujimos en Europa en 2006, siendo los primeros en conseguir embarazo y niño nacido. Hoy en día es pura rutina en todas las clínicas del mundo. Recibimos pacientes de muchos países (Canadá, Israel, Noruega...) exclusivamente para preservar la fertilidad.
–¿De qué perfil?
–Universitarias, de 30 a 35 años, sin pareja estable o que no quieren tener hijos todavía. A los 38 te comes el mundo, pero los ovarios no perdonan. Así que recurren a esta técnica sencilla. Es como un seguro de vida para usarlo cuando quieras si te hace falta.
–¿Algún logro que le haya generado especial satisfacción?
–Por ejemplo las pacientes que pueden ser madres después del cáncer. Es una labor social que hacemos para ellas de forma gratuita. Programar su futuro les ayuda a tener esperanza, a ver que hay vida más allá de la enfermedad. También citaría erradicar en las familias enfermedades de transmisión o el caso de la selección genética de embriones que permitió que dos gemelas salvaran a su hermano, afectado de una rara enfermedad neurológica cuya curación sólo podía venir del trasplante de médula de un donante compatible.
–¿En qué ha evolucionado la mentalidad respecto a la reproducción asistida?
–La medicina de la reproducción ha avanzado en España gracias a la ley (muy completa y sin lagunas) y a los medios de comunicación, desde donde se ha normalizado. En los 90 la esterilidad era un tabú, la gente venía escondiéndose.
–¿Cómo ha cambiado la mujer que recurre a estos tratamientos?
–Al principio de poner en marcha el IVI, los 30 años era una edad en la que si no tenían hijos sufrían. Su posicionamiento en la sociedad ha ido acompañado de un retraso en la edad de maternidad. De hecho, en 2014 el 44% de tratamientos fueron a mayores de 40. La mujer sola hoy tampoco tiene miedo a ser madre y cada vez hay más mujeres homosexuales que vienen.