DEPORTE FEMENINO

Patricia Campos: ilusiones despiertas por el fútbol

Patricia Campos, entrenadora de «soccer» en Estados Unidos y la primera española piloto de reactor, lleva su pasión a Kampala (Uganda) a través de una ONG

RAÚL COSÍN

Sobre una tierra rojiza, irregular, a menudo mezclada con cristales rotos. Con porterías fabricadas con ramas de árboles. Con pelotas hechas de camisetas rotas y plástico. Nada de botas o zapatillas; se juega descalzo. La miseria, la pobreza, la necesidad, la enfermedad dan forma al escenario. Un drama en el que los niños, y más aún las niñas, están desprotegidos y son víctimas de situaciones de abuso y discriminación. Es Kampala (Uganda). Allí lleva un mes Patricia Campos Doménech (Onda, Castellón, 12/3/1977), apasionada del fútbol, ex jugadora y entrenadora profesional en Estados Unidos, además de la primera española piloto de reactor. Dice que es «una soñadora de sueños», pero la realidad es que esta teniente de la Armada (en excedencia) está en Kampala no para decir, sino para hacer como voluntaria con la ONG Fútbol Sin Fronteras.

«Este proyecto intenta mejorar las condiciones de los niños a través de la enseñanza y del fútbol. Doy clases de español y cada tarde, desde las cuatro, entreno a un equipo. Tengo a niños de tres a 19 años», cuenta al tiempo que subraya que «está siendo una experiencia muy gratificante, pero a la vez muy dura. Los niños mueren de sida y fiebre tifoidea porque el agua está contaminada».

No es problema que los niños tengan el beneplácito de sus padres o protectores para jugar a fútbol en Kampala -como en multitud de regiones africanas, por ejemplo-, pero sí lo es para las niñas. Y Patricia trabajó para desbloquear esto. Primero, tuvo que convencer a las propias chicas. Luego, a sus familias. Y lo logró. «Pensar en fútbol es sonreír. Por por mi parte, le he entregado todo mi corazón al fútbol desde pequeña y ahora lo he llevado conmigo a Uganda para que estos niños también se enamoren de él».

Meses atrás Patricia, entonces entrenadora del Carlsbad United, en San Diego (California), recibió la oportunidad de formar parte de este proyecto y lo abrazó fuerte. De su propia cuenta y con una pequeña ayuda de diferentes empresas pudo llevar material a Kampala, pero hace un llamamiento a que los clubes u otras asociaciones echen una mano. «Estoy encantada con la labor que estamos haciendo y disfrutando mucho del fútbol y de mis niños. Cuando lo considere apropiado volveré a Estados Unidos», comenta.

Mediapunta y piloto de reactor

Patricia comenzó a jugar a fútbol desde muy niña con sus hermanos. El encuentro con este deporte ya fue para siempre. Se inició en Onda, hasta que a los trece años pudo empezar a jugar en un equipo femenino de Castellón.

Más tarde jugó en el equipo de fútbol sala de la Universidad de Valencia, donde se matriculó de Audiovisuales. Pero se abrió una puerta a la ilusion con la aparición de la sección femenina del Villarreal.

Pero el fútbol no es la única pasión de Patricia. También volar. Y se alistó en el ejército. Su determinación y constancia le llevaron a aprobar la oposición de piloto militar y su destino fue la Base de Rota, compartida con el ejército de Estados Unidos. Esta castellonense, mediapunta dentro del campo, se convirtió en la primera española piloto de reactor. En Rota, se «alistó» con el equipo de fútbol femenino Americano de la Base de Rota: «Cuando mis misiones me lo permitían, iba a todos los entrenamientos y partidos. Fue una bonita experiencia».

Decidió dejar de volar temporalmente porque su pasión por el fútbol, irreductible, irremediable, poderosa, encontró una oportunidad de profesionalización como entrenadora. «Si quería entrenar tenía que irme a otro país. Es triste, pero es así. En Estados Unidos, hay un montón de oportunidades basadas en el conocimiento y no en el sexo. Como jugadora nunca me llegué a plantear la profesionalización porque con el trabajo hubo un momento en el que ya no tenía tantas horas para entrenar y jugar. La vía era como entrenadora», significa Patricia.

Oportunidades lejos de casa

Llegó a San Diego (California) y poco a poco se hizo hueco y se convertía en la primera entrenadora europea de un equipo profesional. Dirigió al Waves FC y al Carlsband United FC. El pasado año su equipo ganaba el torneo Encinitas Rotary Cup. «El fútbol femenino tiene mucha notoriedad en Estados Unidos. Los campos se llenan de público. Las marcas apoyan a sus jugadoras. Para las niñas las deportistas son sus ídolos. Allí, la gente también está muy al tanto de las ligas europeas masculinas», detalla.

En España, el fútbol femenino va creciendo. Poco a poco, pero en ello se trabaja. Sin embargo, los banquillos los copan los hombres. «Entrenar en España, en mi casa, sería fantástico, pero lo veo muy dificil. Creo que hay que dar más oportunidades a mujeres entrenadoras», defiende. De momento, Patricia intenta llevar a Uganda, a la pequeña Kampala, lo que para ella es el fútbol para sacar una sonrisa a aquellos niños: «Para mí significa ilusión y vida».

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