INTERNACIONAL
«Nos despedimos al pensar que el policía que venía a rescatarnos era terrorista»
La pareja de Sueca que sobrevivió al atentado yihadista en Túnez ya se encuentra en casa con sus familias
«Muy emocionados y alegres de volver a casa». Así resumen su estado de ánimo Juan Carlos Sánchez y Cristina Rubio, la pareja de recién casados de Sueca que salvaron sus vidas al ocultarse en el Museo del Bardo durante el atentado yihadista en Túnez. Ambos han llegado este viernes al aeropuerto valenciano de Manises al filo de las diez de la noche, tras una tensa espera, y han mostrado su agradecimiento al Gobierno tunecino y al de España, que «se han volcado con nosotros».
El matrimonio ha vuelto a España en el mismo avión que transportaba los féretros de las víctimas catalanas y a sus hijos. A pie de pista en Manises les esperaba el delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Serafín Castellano, con el presidente de la Generalitat Valenciana, Alberto Fabra, para darles la bienvenida y acompañarlos a la terminal de pasajeros de Aena. Dentro, en una sala privada cedida a tal efecto por el ente aeropoertuario, aguardaban desde horas antes sus familiares -el aterrizaje se había anunciado para las 19,30 horas-. Un lapso de más de dos horas en el que la tensión y la expectación en el interior de la terminal han ido en aumento. Junto a los familiares y autoridades, numerosos medios de comunicación se agolpaban en Manises desde media tarde para asistir al ansiado regreso.
La pareja se ha introducido rápidamente en la sala de espera, donde se han vivido momentos de emoción por un reencuentro que, durante las 24 horas que estuvieron incomunicados en el museo tunecino, su familia temió que nunca se produjera. Tras poder al fin abrazar a sus familias, Juan Carlos y Cristina han contado a los periodistas que, cuando un policía tunecino los encontró en el cuarto trastero donde se habían escondido, pensaron que era un terrorista: «Nos llegamos a despedir creyendo que íbamos a morir». Pero no lo era lo era. Fue su salvador. «Nos dieron agua y azúcar; llevábamos 24 horas sin dormir ni beber». Se pasaron todo su cautiverio en silencio y «casi sin respirar» para no llamar la atención. Oían ruidos afuera y creían que estaban colocando bombas. «En todo momento pensábamos que no salíamos de esta», han relatado.
Por suerte, esta noche han vuelto con sus familias a su domicilio en Sueca -a bordo de un vehículo cedido también por la Delegación del Gobierno-. Ahora intentarán pasar página y olvidar cuanto antes la traumática experiencia. Y, al contrario de lo que aseguraba el jueves un ministro tunecino, su hija -que «está bien, pero vamos a hacer más pruebas»-, no se llamará Túnez, sino «Martina».
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