ENTREVISTA

«No sabemos quiénes son los políticos ni si se parecen a los ciudadanos»

Xavier Coller es catedrático de Sociología y Periodista

«No sabemos quiénes son los políticos ni si se parecen a los ciudadanos» MIKEL PONCE

ROSANA B. CRESPO

El catedrático valenciano Xavier Coller ha estudiado en sus numerosas investigaciones los tópicos de la vida política española y los perfiles de los parlamentarios. este lunes ha ofrecido una conferencia en el Club de Encuentro Manuel Broseta sobre las pautas de convergencia entre la sociedad y sus representantes.

—¿Saben los ciudadanos quiénes son los políticos?

—Se conoce muy poco de quiénes son aquellos que hacen política institucional, es decir, los parlamentarios. No sabemos casi nada de quiénes son, si se parecen a los ciudadanos que los eligen, cómo llegan a sus puestos, qué hacen (y cómo lo hacen) en los parlamentos, qué piensan sobre temas de relevancia como la reforma constitucional o el federalismo. Desconocer estas cuestiones genera sociedades proclives a aceptar ideas preconcebidas sin sustento empírico, prejuicios, y puede provocar desafección y alejamiento de la política.

—¿De qué modo está cambiando la foema de hacer política en la Comunidad?

—Se encuentra en transformación. La sociedad cada vez demanda más participación, más transparencia y más rendición de cuentas. Los partidos y los responsables que tomen en serio estas demandas y apliquen políticas para satisfacerlas tienen amplias probabilidades de aproximarse a la ciudadanía y mejorar la calidad de la democracia. Esto incluye también a las instituciones de representación: Cortes, Ayuntamientos y Diputaciones. El problema estriba cuando al ciudadano se le engaña, y eso es más frecuente de lo que es tolerable para muchos.

—¿Cómo condicionan esas demandas las campañas electorales?

—Parece que se escoran también en esa dirección, teniendo en cuenta el uso de las TIC, fundamentalmente las redes sociales. Hay un sector muy importante para el futuro de la democracia, como es la juventud, cuya vinculación con el mundo se hace de manera cada vez más intensa a través de estas tecnologías y, probablemente, sea el instrumento para acercarles la política. Eso no quiere decir que otras fórmulas no sean efectivas: el mitin, las visitas puerta a puerta, las discusiones con la ciudadanía o la proactividad de los representantes políticos. Al fin y al cabo, los individuos que ven que sus representantes hacen algo por ellos recurriendo a los cauces legales experimentan en primera persona el funcionamiento de la democracia parlamentaria. La cercanía del representante es básica. El problema es que hay un descreimiento generalizado en la política y en sus actores a cuya emergencia no son ajenos estos últimos, los cuales quizá han contemporizado demasiado con casos de corrupción, con compromisos incumplidos y con opacidad.

—¿El ciudadano y el político quieren lo mismo?

—Sí, aunque hay distancias y contradicciones normales. En estos momentos hay una demanda importante de que las cosas cambien. Un segmento se centra en un nivel institucional, otro aspira a mantener esa legalidad pero con nuevas personas y maneras de actuar, y otro quiere que las cosas sigan como están. Entre los políticos se reproduce esta segmentación, pero lo curioso es que no sabemos lo que piensan.

«No sabemos quiénes son los políticos ni si se parecen a los ciudadanos»

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