FIL DE VINT
Si se hubiera hecho el trasvase
«Hay quienes, incluso desde aquí, restan importancia al problema de la sequía»
Lo acaban de leer en esta página web: la sequía estructural de la Comunidad nos cuesta cada día más de un millón de euros , que deja de sumarse al Producto Interior Bruto regional precisamente cuando más falta hace. Aunque el turismo sea nuestra principal actividad económica, haríamos mal en despreciar el impacto del sector agroalimentario, una de las palancas de las exportaciones por cuyo crecimiento nos sentimos tan orgullosos últimamente. Y la buena marcha del sector depende fundamentalmente de que reciba el agua que necesita y cuando la necesita.
Quizá sea porque he vivido quince años en Alicante, y sé lo que es ver cerca el desierto. O porque, como redactor, me tocó cubrir en 2005 las manifestaciones multitudinarias en defensa del Plan Hidrológico Nacional derogado parcialmente por Zapatero, la construcción de unas desaladoras que no quería (y sigue sin querer) nadie, el cambio de trazado del Júcar-Vinalopó (diez años después y sigue sin ser operativo), o los constantes intentos del PSOE de Castilla-La Mancha por poner fin al trasvase Tajo-Segura, que podría haber enviado su última gota de agua a Alicante y Murcia en 2020 si José María Barreda se hubiera salido con la suya. El caso es que la cuestión hídrica siempre ha formado parte importante de mi labor como periodista. Y debo agradecer que también ha sido, desde hace años, una de las señas de identidad de la edición valenciana de ABC .
Esta misma semana, varios medios locales de la Comunidad han descubierto de pronto que el problema de la sequía es real, y no una manía de la Redacción de ABC en la Comunidad Valenciana. Y han comenzado a reflejar ese problema en sus páginas. Cómo no iba serlo, si atravesamos uno de los ciclos secos más extremos que se recuerdan (quizá, precisamente, desde el que sufrimos en 2005). Si la Confederación Hidrográfica del Júcar tiene decretada la alerta o la emergencia por sequía en ocho de sus nueve subsistemas. Si el Gobierno ha redactado dos Reales Decretos para el Júcar y el Segura que, entre otras medidas, plantean derivar agua de regadío para abastecimiento o autorizar restricciones al suministro en casos puntuales.
Y lo peor es que todo eso sucede mientras el Ebro se desborda dos veces en quince días por las lluvias. El exceso de agua puede hacer tanto daño como su carencia. La España húmeda, siempre tan húmeda, y la seca, siempre tan seca.
Hay quienes, incluso desde aquí, restan importancia al problema de la sequía. Porque abren el grifo y sigue saliendo agua. Es cierto que, hoy en día, y a pesar de atravesar el año hidrológico más seco en medio siglo, es realmente difícil que haya cortes de suministro en las ciudades (excepto aquellos motivados por las dificultades técnicas, más que por la carencia). Pero el problema de la sequía nos afecta a todos directamente. ¿Qué mayor afección puede haber que perder más de un millón de euros al día? Más de un millón diario que deja de convertirse en riqueza para la región y sus habitantes, y que no tributa para contribuir a sostener nuestros servicios públicos.
Precisamente por eso resulta tan difícil de entender nuestra propia falta de solidaridad para con nosotros mismos. A todos se nos llenó la boca para reclamar el trasvase del Ebro, pero cuando los regantes alicantinos piden una segunda toma para el Júcar-Vinalopó, a los valencianos les falta tiempo para sacar el cuchillo.
Y la falta de agua no afecta solo al sector primario. La industria puede llegar a sufrirlo si la situación empeora. Y no hablemos del turismo.
Lo peor es que si se hubiera hecho el trasvase del Ebro, este artículo no tendría sentido.
dmartinezjorda@abc.es