EL PROBLEMA DEL AGUA
El Ebro se desborda por tercera vez en dos semanas mientras la Comunidad Valenciana se seca
Las crecidas del río más caudoloso de España coinciden con los reales decretos que limitarán el consumo de agua en el Júcar y el Segura
Ni más agua, ni de mayor calidad, ni más barata. El eslogan que enarboló el PSOE para justificar la derogación del trasvase del Ebro en 2004 no se ha cumplido. La primera decisión del Gobierno que presidía José Luis Rodríguez Zapatero fue paralizar la gran obra del Plan Hidrológico Nacional (PHN), concebida para mitigar el déficit hídrico de la Comunidad Valenciana, Murcia y Almería.
En aquella época, los intereses electorales socialistas viraban hacia Cataluña, donde logró alcanzar el poder con un tripartito, y Aragón. El PSOE hizo suya la furibunda oposición de ambas regiones al trasvase (que aseguraba 350 hectómetros cúbicos anuales a la Comunidad Valenciana en el caso de que hubiera excedente) y lo permutó el denominado Plan Agua.
La ministra de Medio Ambiente que diseño el proyecto, Cristina Narbona, prometió que en 2005 comenzarían a llegar los primeros aportes de agua. Una década después, tras una inversión superior a los quinientos millones de euros en desaladoras que en muchos casos ni tan siquiera funcionan, los recursos hídricos ni están ni se les espera.
Nueva crecida del Ebro
El caudal del Ebro, que acumula varias semanas de crecidas, genera en apenas dos días lo que producen las desaladoras españolas en un año . El agua que tira al mar o que se escapa en fugas de los pantanos el río más caudaloso de España (54 hectómetros cúbicos en los últimos siete días) serviría para llenar al menos seis de los embalses de la Comunidad Valenciana que en la actualidad están secos o apenas cuentan con reservas para un mes .
La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) ha anunciado una nueva crecida de este gran río. Tendrá lugar a partir de este domingo, según han desvelado los modelos predictivos del organismo de cuenca a partir de las previsiones de lluvias y temperaturas de los próximos días.
El Ebro, a su paso por Miranda de Ebro (Burgos), registró a las 13.00 horas de este domingo un caudal de 506,7 metros cúbicos por segundo (m3/s) y una altura de 3,6 metros, según ha informado la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE).
Estos valores están lejos de la crecida de finales del pasado enero, cuando el Ebro alcanzó los 1.400 metros cúbicos por segundo en Miranda, superando en algunas zonas los 6,3 metros de altura.
Según las previsiones de la CHE, el caudal máximo entre Logroño y Mendavia (Navarra) se prevé entre 800 y 900 m3/s para la próxima madrugada, hacia las 02:00 horas de mañana, lunes, día 23.
De hecho, la nueva crecida del Ebro, la tercera del mes de febrero, llegará a Castejón (Navarra) con un caudal cercano a los 1.555 metros cúbicos por segundo, según las previsiones de la CHE.
Si se cumplen los vaticinios, será la tercera riada que vivirán los pueblos ribereños del Ebro en menos de un mes: la primera se produjo entre los últimos días de enero y los primeros de febrero; y la segunda, esta última semana.
Esto condena a miles de hectáreas de cultivo a seguir convertidas en pantanos durante un mes como mínimo. Los destrozos son considerables y la riada que se anuncia no hará más que agravarlos.
La otra cara de la moneda la representan los cultivos de la Comunidad Valenciana. La situación por la sequía ha propiciado que el Gobierno prepare ahora sendos reales decretos que contemplan restricciones para el consumo de agua en las cuencas del Júcar y del Segura.
Solución de emergencia
En este contexto, el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, irá de la mano de su homólogo murciano, Alberto Garre, para reclamar al Gobierno una solución urgente .
A falta de menos de tres meses para las elecciones, no parece factible un anuncio que pudiera abrir la brecha territorial que en su día usaron los dos grandes partidos para ganar votos y que se ha saldado con un gran perdedor: el campo valenciano, que agoniza por la sequía mientras observa como en más de media España los cultivos quedan anegados por las crecidas del Ebro.
El problema es que ahora los agricultores valencianos no pueden esperar diez años.
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