reseña

Majestuoso Bruckner en la Catedral

joaquín guzmán

Excelente idea llevar la música de Anton Bruckner a la catedral. No creo equivocarme si digo que es la primera ocasión que suena música de este autor en la Seu de Valencia. Recinto y partitura distan medio millar de años de su creación, sin embargo los acordes brucknerianos ascienden por los pétreos muros como si hubieran sido compuestos para las verticales construcciones góticas.

Numeroso público quiso participar de la experiencia y la catedral presentó un lleno importante. Escuchar esta gran música en este incomparable marco y la experiencia por saber cómo suena el compositor austriaco en un espacio, con una reverberación cercana a los tres segundos despertaban mi curiosidad.

La magnífica lectura de Yaron Traub colmó mis expectativas. Conoce al dedillo la obra y se puede afirmar que a estas alturas lleva a cabo una interpretación “marca de la casa”, decantándose por unos tempi lentos. No le había escuchado un Bruckner tan pausado, sin poder afirmar con rotundidad si para esta especial ocasión ralentizó el discurso más si cabe, respecto a la velada del día anterior en el Palau de la Música, puesto que no asistí a esta última.

La morosidad aquí es casi imprescindible para no arruinar la interpretación dada la complicada acústica del recinto (aquí cito a Maazel cuando afirmaba que no hay acústicas malas, sino malos directores). Con este planteamiento los movimientos más logrados son sin duda los dos primeros.

Pocas veces he escuchado tan majestuosa la música de Bruckner, principalmente en lo que a la cuerda y las trompas se refiere. Cada crescendo se convertía en una experiencia emocional. Y es que, si bien para muchos de los que acudieron, era la primera ocasión que se acercaban esta extraordinaria, más no fácil, música, estoy seguro que incluso estos, en más de un pasaje no pudieron evitar conmoverse. Los metales sonaron con el empaste y nobleza requeridos, pero, para que no suene el acorde demasiado uniforme y borroso, quizás deberían tocarse con los instrumentos más en alto para ganar en tímbrica y nitidez, sobre todo los trombones.

El scherzo, en especial las partes más rápidas, cae inevitablemente en las redes de una acústica imposible para estos compases plagados de corcheas pues el magma sonoro tiende a emborronarse.

El éxito de público y la respuesta entusiasta, espero que sea buena excusa para repetir la experiencia. ¿Qué tal un Te Deum con el Cor de la Generalitat? Ya lo paladeo.

Majestuoso Bruckner en la Catedral

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